martes, 24 de abril de 2012

UNA RAZÓN OCULTA (ESPAÑOL)


- ¡Oh!, no… no…, no me puede ganar una máquina,  - decía una graciosa joven, de cuerpo voluptuoso, estatura baja, larga cabellera oscura, rostro tierno, aunque era de fácil sonrisa, sus ojos tenían una mirada fría, demostraba unos veinte años, cuando en realidad eran veinticinco años.  Estaba pendiente del juego, como si no existiera nadie más, - Oh, no… claro que no me la ganarás…
-No conseguirás nada, si sólo te dedicas a conversarle a la máquina – la sobresaltó escuchar la voz ronca y divertida.
Ariel no pudo evitar mirar a quien le hablaba, él era un hombre alto, porque levantó la cara para verlo, cabello castaño oscuro y corto, rostro gentil,  ojos café, los que se iluminaban al sonreír, nariz recta, un hombre guapo, calculó que era poco mayor que ella, pero la joven estaba en un período de soledad, prefería su propia compañía, así que recurrió a su viejo truco, fingía indiferencia, así desanimaba a cualquiera que intentara acercarse.
-Si quiere jugar, me hubiera avisado, es toda suya la máquina, - agregó ella con el rostro sin expresión- pero si no es eso, puedes mirar todo lo que quieras en silencio, y agradecería me dejaras en paz, entendido.
El hombre la miró fijamente, sonrió y salió del lugar, la joven siguió con su juego, aunque tenía la sensación de que el hombre había cedido muy rápido, y que no era parte de su carácter, decidió olvidarle y concentrarse en su juego.  Por fin consiguió recuperarse después de casi perder a causa de la interrupción, apareció ante sus ojos un pequeño conejo que la asustó, al mirarlo bien, el conejo estaba con un traje verde y rosa, con gorro verde y blanco; al mirar quien lo sostenía, el hombre sonrió.
-Una ofrenda de paz – él adoptó una expresión de súplica tierna, aunque era fingido, era muy graciosa, - acéptalo, por favor.
Ella estaba furiosa, nunca le habían regalado algo, ni siquiera Cristian, no, no lo podía aceptar, la ira que sentía era por sí misma, por su reacción al ver nuevamente al hombre, después la abordó la tristeza, la soledad inundó su corazón, ya conocía los síntomas, necesitaba salir de ahí.  Levantó su pequeña mochila, no quiso ni mirarlo, sólo salió de ahí, las lágrimas querían salir, le  dolía la garganta al contenerlas, mientras bajaba la escalera del centro comercial, alguien la empujó levemente, tiró de su mochila y salió corriendo, no lo podía creer, estaba en shock, aunque lo único que sentía eran los documentos personales, porque no andaba con mucho dinero.
-Toma tu bolso,- le dijo una voz conocida, mientras le colocaban en las manos el bolso recién robado.
-Gracias, no debe preocuparse por mí, la verdad es que cuando el ladrón revisara la mochila y viera el contenido, - comenzó a reír ante la idea del pobre hombre al hacer tanto esfuerzo por nada – él mismo me lo devolvería  - con su imaginación tan vívida, ya veía la cara del ladrón al abrir el bolso y verlo casi vacío; había olvidado la presencia del hombre, que en ese momento la miraba fijamente, lo que le provocó vergüenza, - ¿qué ocurre?.
- Tienes una sonrisa muy linda, se refleja hasta en tus ojos, - le dijo mientras acariciaba una mejilla de la joven.
- Muchas gracias por recuperar mi bolso, debo irme, - continuó caminando.
Al abrir el bolso para pagar el pasaje del autobús descubrió el conejo en su interior, mientras viajaba rumbo a donde vivía, miraba el peluche, sentía la extraña sensación de ser observada, de reojo recorrió a los otros pasajeros, nadie la miraba, tendría que prestar atención, muy pocas veces se equivocaba con este tipo de cosas, volvió a recorrer con la mirada el alrededor,  entonces lo vio, le era bastante familiar aunque no recordaba por qué, se preocupó cuando bajó en la parada correspondiente y el hombre también lo hizo, caminó en el mismo rumbo, pasando a su lado cuando estaba entrando en la casa, la señora Sofía, la dueña de donde arrendaba  un cuarto, la esperaba en el pasillo.
-Hola Ariel, acaba de irse tu amigo, dijo que otro día vendría, muy atractivo, - con mirada y sonrisa pícara, habló antes de caminar hacia la cocina, la joven la siguió.
-Señora Sofía, ¿cómo era la persona que vino?- preguntó con una punzada en el estómago.
-Alto, ojos cafe, cabello oscuro y elegante,- no lo podía creer, el hombre que la siguió estuvo antes en la casa, pero si recién pasó a su lado.
-Gracias, hablaré con él otro día.
Mientras caminaba hacia su dormitorio, trataba de ordenar sus ideas, que estaba pasando, estaba cansada, lo que sucediera, tendría que esperar hasta el día siguiente, ahora sólo tenía que dormir, esta semana estaba turno de mañana, al dejar la pequeña mochila sobre el sillón, al mirarla recordó al hombre de los juegos, ambos hombres se parecían mucho, no lo había pensado, al tomar en sus manos el oso de peluche, era muy bonito tendría que conservarlo por el momento, pero si lo volviese a ver algún día…, algún día era una palabra incierta, no estaba segura si quería verlo algún día, pero una voz interna decía que sí, la silenció. Encendió el despertador y se acostó a dormir.

Una semana después, mientras estaba en su trabajo, el restaurante estaba lleno de gente, los garzones estaban como locos atendiendo a las personas que llegan, por momentos parecían multiplicarse.
-Ariel, atiende el reservado,- ordenó el señor Brunetti, esa área estaba reservada para personalidades importantes, los que no querían ser molestados o pasar inadvertidos. – Carlo está atendiendo los otros dos.
- Muy bien señor – la joven caminó hacia el lado izquierdo del salón, entró y saludó a el hombre que estaba en el pequeño salón dispuesto para cuatro personas, era como la versión más chica de la sala principal.- Buenas tardes, señor – saludo con su acostumbrado tono y sonrisa de cortesía – ¿ya ha decidido lo que ordenará?
-Si, pero me gustaría esperar a mi hermano, me acaba de avisar que está llegando,- mientras le hablaba la miraba más con curiosidad e interés, que la mirada apreciativa que le dirigían los hombres por lo  general, era consciente de no ser bella, pero sabía que llamaba la atención algunas partes voluptuosas de su cuerpo, - ¡ahí viene!, - exclamo el hombre, mientras saludaba al recién llegado,  cuando miró en su dirección, Ariel quiso que la tierra se la tragara, era el hombre que le obsequió el oso,  sabía que ahí no podía decirle unas cuantas verdades al recién llegado, sólo le dirigió su mirada de pócker.
-Buenas tardes, señor, aquí tiene la carta de comidas, en un momento regreso para tomar su pedido, - el hombre estaba sorprendido por su amabilidad, miró los ojos de la joven y vio que estaba enfadada, sonrió complacido, Ariel salió en busca de las bebidas pedidas como aperitivos.  Al entrar con el pedido, pudo apreciar a ambos hombres, parecían tener casi la misma edad y muy parecidos, al colocar  las copas sobre la mesa, apreció a ambos de perfil, casi cae desmayada cuando recordó algo, reconoció al otro hombre como el  que la siguió a su casa, ¿qué querían con ella?, de pronto se sentía que el salón era demasiado pequeño, necesitaba salir de ahí. 
Cuando la joven los veía retirarse, no aguantó más el enojo y se acercó al hombre que le regaló el oso.
-Disculpe, señor - le dijo Ariel, - tengo algo que le pertenece, no acepto regalos de alguien  que no sé ni su nombre, ¿cómo se lo hago llegar?
-Me preguntaba, ¿Cuándo saldrías con ese tema? – agregó con una sonrisa  y extendiendo la mano – mucho gusto, mi nombre es Daniel, ahora no tienes escusas para devolverlo,- salió sonriendo a pesar de que ella no le respondió el saludo.
Quedó boquiabierta cuando contó la abundante propina que le dejó, quién diablos se creía, no necesitaba recibir favores de él, tomó del dinero, el diez por ciento correspondiente a la propina, la diferencia la guardó para devolvérselo cuando lo viera, estaba segura que lo volvería a ver, estaba segura que sería una gran pelea devolverle el dinero y el conejo, pero estaba decidida y ella era muy obstinada, aunque estaba segura de que él también lo era.
Días después, al salir del trabajo, el hermano de Daniel la estaba esperando en el pasaje en donde estaba la entrada de servicio.
-Necesito hablar contigo – dijo sin rodeos, parecía preocupado.
-¿Conmigo? – la joven estaba sorprendida.
-Si, te invito una copa, y te cuento- aunque estaba cansada, más pudo su curiosidad.
-Está bien, - entraron en un bar cercano, la luz tenue y la música suave le otorgaba una intimidad romántica,  todo era nuevo para la joven, - es bonito, nunca había estado en un lugar así, - le comentó con franqueza.
-Te preguntarás el motivo de mi invitación
-Sé que no es por mi irresistible sex apelle.
-jajajajajaja, - rió de buena gana – ahora comprendo todo.
-Eres tan chalado como tu hermano.
-Mi gemelo, querrás decir, - agregó él sonriendo – eres muy particular – ella estaba por decir algo, pero él la detuvo – por favor déjame hablar.
-Está bien, vamos al grano,- dijo la joven riendo- mucho gusto soy Ariel.
-OH, perdón, mi nombre es Javier, mucho gusto – extendió la mano en ademán de saludo – quería hablarte de Daniel – ella quería hablar pero le indicó  silencio –me doy cuenta que ambos se gustan, tú no lo puedes ocultar, y a él lo conozco demasiado bien.
-Si como no… – dijo ella burlona.
-Lo sé porque soy su hermano, hace algún tiempo dejó de sonreír, pero tú se la devolviste.
-Oye, tengo cara de payaso o qué, que hago reír a tu hermano.
-No es eso, es tu particular forma de ser, ahora no puedo darte detalles, sólo quiero pedirte que lo conozcas, que le enseñes a apreciar la vida, ninguna mujer es indiferente ante él, tanto su atractivo físico, su carácter como su dinero.- La joven al escuchar todo esto estaba aterrorizada, sentía mucho miedo, no por el hombre, sino por ella, no hacía mucho que le destrozaron el corazón y aún lo tenía en reparaciones, como decía ella.
-Oh no, lo siento, soy la chica equivocada, no soy siquiatra ni nada de eso.
-No es eso lo que pido.
-Te entendí, y desde ahora digo, ¡no muchas gracias!-  dijo recalcando las últimas palabras, - es un interesante paquete, pero no me interesa…
-Espera, deja explicarte, - le interrumpió él – Daniel está enfermo, y quiero que estos días sean los mejores.
-¿Está enfermo?, yo lo veo bien sanito – agregó la joven.
-Los medicamentos lo mantienen así.
-Déjame digerir lo que me cuentas -  Ariel no sabía que pensar.
- Te pido que me ayudes y a cambio puedo ayudarte con los estudios, sospecho que no quieres ser garzona toda tu vida.
- La verdad es  que me gustaría estudiar administración.
-¡Ves!, ambos nos podemos ayudar, tienes hasta llegar a casa – agregó él como si hablara del tiempo.
-¿Qué? – agregó ella asustada.
-Conociendo a mi hermano, estará esperándola en su casa.
-ustedes son terribles, no dan tregua.
- Jajajajajaja, eso no te lo discuto, debemos irnos, te dejaré en un taxi para  que no nos vea mi hermano.
-Ahora no estoy segura de querer llegar a casa.
-Lo harás – pagó y la tomó del brazo y salieron del local  e hizo parar un taxi y la empujó dentro,- llévela a la dirección que ella indique, esto lo cubrirá y guarde el vuelto, - le entregó el dinero al chofer, la joven estaba furiosa, ambos la manejaban a su antojo.
-¿Qué se creen estos?, no soy una de sus muñecas, los voy a mandar a ambos de paseo.
-¿Decía señorita?- respondió el chofer.
-Nada, que doble a la izquierda, en la casa celeste. – Daniel ya la esperaba en la puerta de la casa, eso aumentó su mal humor – ni antes de dormir me dejan en paz – llegó alegando en voz baja.
- ¿Decías? - dijo esa voz conocida y que la enojaba mucho.
-Nada que te importe – la joven estaba furiosa  
-¿por qué te soy desagradable?
-No, no eres tú – dijo en forma irónica – sólo es tu forma de ser tan humilde, tan modesta, como escuchas a las personas, tu…
-Ya, ya, por favor deja de alagarme – agregó él risueñamente.
La joven recordó las palabras de Javier, no podía creer la enfermedad del hombre, su sonrisa era sexy, entendía a las otras mujeres, estaba loca, ¿cómo podía encontrarlo sexy?, definitivamente le estaba afectando el cansancio del día.
-¡Hey!, ¡hola!, aterriza,- movió la mano delante de la cara de la joven, quien aún estaba perdida en sus pensamientos, ella lo miró y comenzó a reír. - ¿Cuál es la gracia? – preguntó inquieto.
-Tu cara, - él la miró con cara de confundido – estás tan acostumbrado a ser el centro de atención que no sabes como reaccionar cuando alguien te ignora.
-Es culpa de mi mamá, ella me mal acostumbró,- declaró con cara de inocente.
-Feliz tú – la joven habló, mientras pensaba en su madre, Daniel la miró sorprendido, pero no dijo nada, - disculpa, debo entrar estoy muy cansada – comenzó a caminar hacia la casa, pero él  la detuvo por el brazo, ella no le gustaba que la vieran vulnerable, se ocultó en el enojo, - por favor, suelta mi brazo, te dije que estoy cansada, - lo miró con frialdad, él la soltó y ella continuó su camino.
Esa noche tenía problemas para dormir, pensaba en el ofrecimiento de Javier, no debía aceptar, sería como  estar en venta, no, no aceptará, no quería complicaciones y lo más importante, no aceptaría la posibilidad de ser lastimada otra vez. Con ese pensamiento se quedó dormida.

Días después Javier la fue a buscar nuevamente al trabajo, le mostró los exámenes de Daniel y le pidió le diera la respuesta del ofrecimiento, la joven sentía que era egoísta al no ayudar a un hombre moribundo, por lo que aceptó, con la condición de que no recibiría nada a cambio, pero el hombre le dijo que debía pensar en su futuro, que si comenzaba a estudiar ahora podría egresar antes de los treinta años y en un nuevo trabajo, fueron tantas las razones que logró convencerla en la ayuda con los estudios, le comentó que ambos tenían una empresa de informática, en donde Daniel como ingeniero en informática estaba a cargo de todo lo relacionado con el servicio, y Javier estaba a cargo del área administrativa, por lo que le ofreció ayuda con la materia de sus clases. Ariel le preguntó si su hermano sabía de su enfermedad, por lo que Javier le respondió negativamente con un movimiento de cabeza, indicándole que le dijo al doctor que le recetara unas supuestas vitaminas, con esa escusa le dan sus medicamentos, la joven sintió pena por él, de ahora en adelante le tendría más paciencia, aunque cada vez que lo veía, él hacía meritos para acabar con la suya, cuando sentía que enfurecía, pensaba en la enfermedad y así renovaba su paciencia. Esa misma tarde ambos fueron a inscribirla en un instituto para que iniciara sus clases, la joven sabía que con eso ya no podría retractarse del  trato.
Pasaron dos semanas, antes de que Daniel le reclamara, habían ido a un bar tomar un trago.
-No sé por qué estas tan extrañas, antes reaccionabas a todas mis acciones, ahora sólo te mantienes pasiva, contienes tu carácter, y me das la razón en todo ¿qué diablos te pasa?
-No me ocurre nada, además, ¿por qué tanto interés en mí?
-No lo sé, me haces sentir vivo, no eres como las personas que conozco, siempre aceptando todo sin expresar sus verdaderos pensamientos, eso no me gusta, es demasiado aburrido tener a mi alrededor a personas tan complacientes, tan melosas.
Estaba diciendo esto cuando se acercó una joven de poco más de veinte años, hermosa como muñeca, con un vestido ajustado de color oscuro, por lo tenue de la luz no lograba identificar el color.
-¡Hola, Daniel!, hacía tiempo que no te veía – dijo con voz melosa, le recordó a una gata, el hombre la miró como diciendo “de eso te hablo”.
- Lo siento Sofía, he estado muy ocupado, como puedes ver, en este momento, también.
-No seas pesado, no creo que a la señorita le importe si te robo por un rato – diciendo lo último con tono despectivo, Ariel se enojó mucho y utilizó el mismo tono de ella.
-Lo siento, señorita, si me importa, y por lo que veo, su falta de educación es tanto como su belleza.  Agradecería que si quiere hablar con él, acuerdes una cita. – siguió hablando con Daniel como si ella no estuviera ahí. - ¿qué me decías sobre la gente complacientemente aburrida?, ah, sí, que estas cansado de ese tipo de personas, pobrecito – dijo Ariel con tono meloso, ambos comenzaron a reír, la joven miró de reojo hacia donde estaba la otra joven antes, complacida de que se haya ido, aunque se enfadó al percatarse de la sonrisa de complacencia de él.  Pudo entender a lo que se refería Javier sobre la forma de comportarse de las mujeres ante él, de ahora en adelante no sería tan complaciente, quería pared, pared tendría para chocar.
Después de eso conversaron de todo un poco, era un hombre estimulante, inteligente y conocedor de muchos temas, era agradable intercambiar opiniones, así como le explicaba cosas que ella no entendía, alguien que daba gusto volver a ver, al parecer el hermano tenía razón, ella se sentía atraída por este hombre, pero sabía que no debía hacerse ilusiones, se conformaría con ser su amiga, eso era lo que este hombre necesitaba y eso tendría.
-Pensándolo mejor, no eres tan pedante y pesado como creía, me caes bien.- dijo la joven.
-Oh, favor que me concede la dama – respondió en tono burlón.
Se despidieron en la casa donde vivía, como era costumbre, al entrar en su dormitorio,  no podía dejar de pensar en ese hombre, pero tenía que recordar  que él no era del tipo que tomaba enserio a las mujeres, y menos alguien como ella, con esos pensamientos se quedó dormida, tenía que descansar, ya que al otro día tendría los primeros exámenes, agradecía a Javier, ya que por él consiguió entender las materias que le cursaban.

Pasaron dos meses, casi todos los días Daniel la invitaba a salir a algún lado, y para los días que tenía examen, Javier la preparaba muy bien, después de ser supuestamente presentados, podían reunirse sin levantar sospechas, ni tener problemas, ese fin de semana anunció que tendría un par de semanas de vacaciones, por lo que le pidió a Ariel que lo reemplazara esos días, le servirían como práctica para sus materias, por lo que aceptó, en el restaurante trabajaba en la tarde, por lo que durante el día estaba en la oficina, era diferente aplicar sus nuevos conocimientos, tenía que aceptar que era fabuloso poder tener una carrera, con sus ingresos nunca podría pagarla, por lo que se obligaba a sí misma aprovechar al máximo lo que estaba recibiendo. Agradecida, trabajaba lo mejor que podía, aunque era incómodo tener a Daniel tan cerca, estaba obligada, eso sí, ahí lo trataba como su jefe, cosa que a él le molestaba mucho, era la única forma de mantener la distancia, ya que eran muchas las hermosas mujeres que llegaban a la oficina preguntando por él, más parecía una agencia de modelos que una empresa informática, lo que le molestaba mucho el hecho de que él seguía buscándola, que se creía, que ella era repuesto para cuando se aburriera.
Días después comenzó a frecuentar la oficina una mujer bellísima, parecía una muñeca, era casi irreal, muy seguido buscaba a Daniel y cuando no lo encontraba pedía esperarlo, esa tarde, Ariel llevaba unos documentos para cotejar gastos que no  habían sido justificados con boletas, entró a la oficina, pensando que él estaba ahí, ya que escuchó a alguien, era ella, quien se sobresaltó al verla, estaba en el notebook del escritorio tratando de encenderlo, fingió estar mirando  el alrededor, pero eran muy obvia sus intenciones, cuando llegó Daniel, ella lo saludó efusivamente, la joven lo miró y salió de la oficina, diciendo que iría después a conversar con él, en el camino pensaba si decirle lo visto o no, después de discutirlo consigo misma, si se lo decía, él pensaría que estaba celosa de ella, por ello decidió tener más información antes de hacer algo.
-Estos gastos necesitan ser respaldados, no tengo boletas por ellos, - cuando fue a la oficina de Daniel más tarde, aún no entendía a este hombre, primero la persigue sin tregua, y ahora apenas le dirige la palabra, desde que conoció a esa belleza, tenía que dejar esos pensamientos de lado, por el momento, ahora sentía que habían cosas más importantes de qué preocuparse, la actitud de la mujer fue sospechosa, tenía que averiguar por qué esa mujer estaba tratando de ingresar a su computador.
-Que pasaría con nuestra empresa si no son respaldados los gastos, en una de esas quebramos, - agregó burlón.
-Tu hermano me pidió que lo reemplace por estas dos semanas y eso hago, no sé como trabaja él, pero me gusta tener todos los detalles bien cubiertos.- decidió jugar a las mentiras verdaderas, en donde dice una mentira para sacar una verdad- El otro día te escuché hablando con alguien, y no era por teléfono, ¿se puede saber quién era?.
-No, no se puede saber, - dijo él enojado.
-Entonces es secreto el trabajo que haces con esas personas.
-Escucha, a veces trabajo con empresas internacionales, por ello no puedo hablar del tema, tu sabes, eso del espionaje industrial.
-Hay, que pesado eres, solo quería saber de qué trataba tu trabajo, tu hermano no me ha dicho nada.
-Mejor así, no vuelvas a preguntar,  no quiero que tengamos problemas por esto.
-No te preocupes, no volveré a preguntarte nada más que lo necesario,- salió  aparentando enojo, aunque en realidad estaba pensando, esa mujer era algún tipo de espía, debía ser muy importante el trabajo que estaba haciendo Daniel, tendría que hablar con Javier, era el único que la escucharía, agradecía que llegara  este fin de semana. La semana siguió como siempre, la mujer frecuentaba la oficina, pero Ariel se preocupó de pedirle a la secretaria que cuando Daniel no esté en su oficina, la puerta debía estar siempre cerrada con llave, así nadie que no fuera él entraría en esa oficina, incluso él le preguntó por qué dio esa orden, ella respondió que no era orden, sino que como él tenía trabajos tan delicados, prefería evitar, de esa forma, futuros problemas.
Javier el mismo sábado que llegó fue a visitarla, estaba preocupado, su hermano le dijo que ella era demasiado quisquillosa con todo, le contó hasta el hecho de mantener su oficina cerrada con llave cuando no estaba.
-¿Qué ocurre, Ariel?
-La mujer con la que esta saliendo tu hermano la encontré tratando de encender su computador, lo sondeé con preguntas, se molestó mucho diciendo que su trabajo era secreto, lo cual indica importancia, no quise que pasara algo, y si le decía mis sospechas a tu hermano, pensará que estoy celosa.
-¿Qué pasó con ustedes? – él realmente estaba preocupado.
-Nada, solo que tu  hermano encontró a alguien más con quien divertirse.
-No lo creo, algo pasó para que se alejaran.
-Eso debes preguntárselo a él, no tengo idea.
-Hoy la conoceré, quedaron en ir a cenar a casa, como una bienvenida para mí, entonces podré evaluarla, en cuanto a ti, debes decirle la verdad, hoy, no quiero que esperes nada más.
-Pero si él no me…
-No importa si no te cree, después de todo, terminaste con mi reemplazo, el lunes me rindes el movimiento a la fecha, y yo me encargaré de lo demás – la interrumpió.
-Será como tú digas, no te aseguro de que le agrade.
-No importa, le sembrarás la duda y él no tendrá tanta confianza con ella.
Después de que Javier se fue, la joven llamó por teléfono a su hermano para que fuera a su departamento para conversar. Le contó lo que vió en su oficina, lo que sospechaba y que por favor cuidara lo que estaba haciendo, para que no saliera perjudicado en su trabajo.
-¿Estás celosa? –le preguntó Daniel
-Sabía que dirías eso, por esa razón no quería contarte nada, pero tu hermano insistió
-No es de ahora, hace  tiempo que te noto cierta cercanía con mi hermano, una familiaridad, que no fue iniciada cuando los presenté, conozco a mi hermano, sé cuando finge, ese día lo hicieron lo mejor que pudieron, pero he aprendido a conocerte a ti también, por eso sé que estabas mintiendo.
-Si quieres saberlo, pregúntale a él.
-En cuanto a Annie, sé muy bien quien es ella, no te preocupes, menos mal que ya no trabajarás más en la oficina, podremos regresar a la normalidad, después de mañana, no quiero que te acerques a la oficina para nada, ¿entendido?
Ella lo acompañó a la puerta, tendría que conversar con el hermano, porque este no la escuchó, estaba abriéndole la puerta para que saliera, la cogió en sus brazos y la besó, dejándola mareada, él abrió la puerta y se fue sin decir palabra. Ella quedó confundida, primero le dice que no la quiere ver y luego la besa, ¿quién lo entiende?
Días después la esperaba Javier en su casa, al regresar del trabajo.
-Tenemos que hablar, pero esta conversación debe quedar entre nosotros. Hace un año, mi hermano fue a una conferencia invitado por un amigo, ahí conoció a varios científicos, entre ellos uno norteamericano y otro japonés, intercambiaron información, lo cual se dieron cuenta que cada uno estaba trabajando en un dispositivo secreto, no pudo darme detalles, pero sí me contó, que  hace un mes y medio, el laboratorio del científico norteamericano fue revisado, por lo que él puso sobre aviso al resto, como mi hermano estaba en alerta, por detalles sospechó de Annie, por eso se ha mantenido alejado de ti, para que no corras riesgo, estaba molesto porque te instalé en la oficina, pero ahora está más tranquilo al terminar tu periodo. Por favor no le digas que te coloqué al tanto de todo, él no confía en nadie, pero yo en ti.
Las explicaciones de Javier le respondían muchas preguntas, aunque aún no estaba segura de que Daniel.
-Me está cansando el juego de ustedes, de disponer de mi vida como si fuera su responsabilidad, toda la vida he cuidado de mí, y nadie, absolutamente, nadie va a venir a darme órdenes, ni a decidir lo que hago o dejo de hacer – dijo la joven enojada con ambos.
-No lo tomes así, nos preocupamos por ti, eres como una hermana para mí, en cuanto a mi hermano, sé muy bien que eso precisamente, - dijo con mirada picara.
-Entre ustedes dos me harán tener una úlcera con sus tonteras. – el hombre la abrazó como si fuera algo normal, mientras ella sentía que estaba con un hermano, era agradable que alguien te abrazara sin tener segundas intenciones, disfrutó del momento sin preocuparse, mientras se tragaba los deseos de llorar, parecía una niña chica, una niña que era reconfortada por esos cálidos brazos.
  
Desde hacía una semana tenía una sensación extraña, como si alguien  la observara, pero no lograba ver a nadie, hasta esa tarde, era un vehículo pequeño de color azul, no le agradaba ser vigilada, más aún cuando no sabía la razón, hasta que recordó la conversación con Javier, decidió llamarlo y colocarlo al tanto, aunque menos le agradó la solución que le dio, ir a vivir en su casa hasta que todo se arreglara, no quería, pero él la convenció con el argumento de que ahí estaría a salvo, realmente tenía miedo, por no saber el tipo de persona que la seguían. Fue peor cuando una tarde llegó Daniel a buscar a su hermano y la encontró a ella.
-Qué sorpresa, no sabía que era tan seria su relación, ¿así que ahora eres mi cuñada? – agregó enojado – ahora no puedes negar que estas con él.
-Piensa lo que quieras – ella se sentía furiosa, él la insultaba, y ella no podía defenderse, ya que prometió no decirle nada a él, colocando su mejor  sonrisa, lo miró desafiante – sabes que, si  vivo con, estamos muy bien y somos felices juntos – luego se arrepintió al recordar su enfermedad, pero más aún al ver que él la miraba con furia.
Daniel estaba por salir del departamento, cuando la abrazó, ella sintió que la besaría, pero sólo la miró, era una mezcla entre enojo y dolor, ella pensó que se sintió mal por la enfermedad, por lo que asustada llamó a Javier para pedirle que viera que su hermano estuviera bien, le explicó lo que sucedió y que le vio cara de dolor. Le extrañó la  calma del hombre, aunque pensó que él debía conocer los síntomas del hermano, él debía saber  que hacer en momentos como ese, dejó el tema y se arregló para ir a trabajar al restaurante, tenía que preocuparse de las pruebas que tendría esa semana, ya que estaba terminando el primer semestre, entre temerosa y emocionada, ya que estaba estudiando mucho con Javier, él era muy exigente con la privacidad, ni ella podía entrar a su dormitorio, ni él al de ella, lo que hacía que la señora de la limpieza los mirara raro, ella pensaba que eran pareja, pero al darse cuenta que no compartían nada más que las áreas comunes, entendió que eran sólo amigos, al principio no creyó cuando la joven le respondió eso, después fue más simpática con Ariel.
Entre el trabajo y los exámenes del instituto, no le dio tiempo de pensar en que Daniel no ha ido  a la departamento, pasado la semana fue consciente de eso, y lo comenzó a extrañar, quería verlo, al trabajar con él aprendió su horario, por lo que antes de ir al trabajo, esperó afuera de su oficina, a la hora que él salía a tomar un café en la cafetería que estaba al frente, le gustaba el café especial que servían ahí, escuchó a la secretaria comentarlo.  Lo miró en silencio, detrás de un gran letrero, él se sentó frente a un mesón que estaba en el gran ventanal, la joven lo observaba, nerviosa con un nudo en el estómago, aunque le molestó mucho ver que Annie se sentaba junto a él, sintió que todo se desmoronaba a sus pies, quería llorar, caminó despacio, sin mirar hacia donde iba, sus pies la guiaron automáticamente hasta el restaurante, trabajó con una  sonrisa congelada en el rostro, pero nada en su alrededor no era importante, sólo quería ir a casa a dormir y olvidar todo, mientras caminaba al departamento, pensaba en hablar con Javier, consideraba que no estaba cumpliendo con su parte del trato, le diría que ella podía pagar el siguiente semestre, el reemplazo fue bien pagado, como no dejó el restaurante, ese dinero lo había guardado, la experiencia le sirvió para buscar un trabajo como apoyo en alguna oficina, pediría entrar más tarde en el actual trabajo, estaba segura que podría hacerlo, sólo tenía que buscarlo, de esa forma se alejaría de ambos hermanos, estaba dependiendo demasiado de ambos y eso no le gustaba, ya que siempre terminaba lastimada. Al abrir la puerta del departamento, escuchó risas, al entrar, estaban en la sala de estar Annie, Javier y Daniel, al ver este último, sintió un vacío en el estómago que casi le debilita las piernas, con fuerza de voluntad y orgullo, levantó el rostro al saludar.
-Buenas noches a todos,- dijo la joven con rostro jovial, aunque por dentro se sentía mal, mientras caminaba a su dormitorio.
-Ariel, siéntate y toma algo, – respondió Javier, al rechazar la oferta alegando sentirse cansada, él agregó,  - entonces, ¿me haces un favor?, en mi dormitorio dejé unos papeles, podría traérmelos.- Al ver que la joven dudaba, - no te preocupes, entra con confianza, está en la mesa que tiene la lámpara rectangular – le pareció raro que le diera esos detalles, al entrar entendió la razón, habían tres mesas pequeñas, dos a los costados de un sillón de descanso y otra al lado de la ventana,  esa era a la que se refería él. Al regresar al salón, su rostro enrojeció al ver que Daniel no dejaba de mirarla, ella se disculpó y se fue a descansar, luego de un par de minutos, escuchó unos golpes en la puerta, al abrir quedó sorprendida al verlo, sin mencionar palabras, la abrazó por la cintura y la besó, ella sorprendida no sabía que hacer, pero estaba feliz de estar ahí, dejó de besarla, sin soltar su cintura, dijo avergonzado.
-¿Por qué no me aclaraste todo?, me dejaste pensar que eras la pareja de mi hermano, tenía rabia de quererte y que estuvieras con mi hermano, no sabes los días que me  has hecho pasar – mientras hablaba le daba pequeños besos por el rostro de la joven, después de un momento ella logró reaccionar, trató de alejarlo de ella, pero sin conseguir moverlo, no quería dejarlo pero tenía que mantener la cordura.
-¿Qué te pasa?, ¿por qué ahora me buscas, después de haberme ofendido?
-Recién entendí la verdad, ya que ninguno de los dos se molestaron en explicarme nada, me dejaron pensar que estaban juntos, que rabia sentía, pero ahora está todo bien…
-OH, no, no tan rápido, ¿quién crees que soy?, ¿que puedes venir, abrazarme y besarme y yo estaré tan tranquila?, no señor, aquí dejamos todo, porque tú no estas solo, estas con Annie, y yo no soy plato de segunda mesa…- él comenzó a reir y la abrazó muy fuerte.
-Mi niña, estas celosa, no tengo nada con Annie, ella solo trabaja conmigo, nada más, ahora no puedo contarte nada, en una semana podré explicarte todo, solo debes tener paciencia.

Aún no lo podía creer, él le pidió ser su novia, delante de su hermano y de Annie, de ella, con se suponía que estaba saliendo, durmió  poco esa noche, sólo por el cansancio de la madrugada, se reflejaba en su mirada, un brillo que no  había visto antes aparecía cada vez que la miraba, era una tibieza que nacía en su  interior y le llegaba hasta el corazón, era definitivo, estaba enamorada de Daniel, era una emoción increíble, quería gritarlo, se le cortaba la respiración, lo único que pensaba en que quería abrazarlo, volver a besarlo, sentir sus brazos a su alrededor… le interrumpió una compañera de clase, lo que la obligó a prestar a tención a lo que le estaban enseñando.
Cuando caminaba hacia el trabajo por la tarde, la llamó por teléfono Javier, que con urgencia tenía que regresar a casa, eso la asustó mucho, pensando en que a Daniel le había ocurrido algo. Casi corría para llegar lo antes posible, notó que el vehículo que había visto antes la seguía, comenzó a acelerar, cuando llegó el auto de Javier y le pidió que subiera muy rápido, luego salieron apurados, al llegar a casa, habían varios vehículos, al parecer era mucho el movimiento, hablaban por radio entrando y saliendo del edificio, al llegar les pidieron sus documentos y luego entraron directo al estacionamiento, de ahí hacia el piso en donde vivian, al llegar le explicaron, ellos eran guardaespaldas contratados para cuidarlos, ya que esa semana Daniel tenía que ultimar detalles con el proyecto y entregarlo, todo ese personal era para evitar el robo del proyecto, ya que la noche anterior intentaron robarlo, dejando herido a un guardia; esa mañana trataron de llevarse a Daniel, por lo que  ahora estaban todos resguardados en el mismo lugar, ese departamento era más amplio que el de Daniel, lo tenían trabajando en el estudio, alguien abrió la puerta para salir, ahí lo vio al lado de Annie, su corazón dio un vuelco, no entendía nada de lo que estaba sucediendo, pero volvió a sentir la sensación de ser observada, un hombre alto de traje oscuro la miraba ocultando sus ojos con lentes oscuros, sabía que lo había visto, la idea le ocupó la cabeza hasta cuando estaban por prepararse para dormir, lo recordó, corrió donde Javier, se topó en el camino con el hombre, sintió miedo, fingió ir a la cocina, recordó su cartera en el comedor, mientras caminaba el hombre no le quitaba la vista de encima, ella cogió su  bolso y se fue a su dormitorio, cerrando con pestillo, marcó el número de Javier, al contestar él, ella le explicó lo que sucedía, el hombre era el mismo del auto azul, que la ha seguido estos días, él le dijo que no abriera a nadie, aunque golpearan la puerta, colgó, escuchó que alguien llamaba insistentemente a la puerta, pero se refugió en el baño, no sabía que hacer, tenía mucho miedo, temía que le sucediera algo a Javier o Daniel, ya que este último  estaba muy enfermo, se tapó los oídos para no escuchar los gritos, golpes y sonidos de lucha al otro lado de la puerta, en la tina de baño se sentía más segura, con una frazada se cubrió la cabeza.
Después de un par de horas, salió del baño, sonó su celular, era Javier, le pedía que saliera, ya había pasado todo, al salir vio a Annie, ella le explicó que era guardaespaldas de Javier, asignada por la empresa con la que estaba trabajando él y los otros dos científicos, por el problema que tuvo el científico norteamericano, se resguardó a los tres y su familia, ya que intentaron secuestrar a la esposa de él también. Como se filtró el rumor de que el dispositivo estaba casi listo, estaba siendo más audaces en los ataques, como él tenía todos los componentes, el resguardo fue mayor, en dos días más estaría todo listo, por lo que nadie podía salir de ahí hasta entonces, ella le dijo a la joven que no se preocupara por su trabajo, avisaron que estaba enferma en cama, por ello no iría hasta el martes de la semana siguiente. Encerrada todos esos días, que horror, no le gustaba sentirse prisionera, pero más miedo le daba ser secuestrada. Les preguntó que ocurriría después, cuando ellos se fueran, la mujer aseguró que no tendrían problemas, ya que el dispositivo pasaría a ser propiedad de los tres gobiernos de donde eran los científicos, por ello, todos los planos y sus componentes permanecerían ocultos, que sin ellos no podrían hacer nada, y en cuanto a los científicos, tanto el norteamericano como el japonés pidieron trabajar en sectores militares, por lo que sin ellos no podrían hacer nada con lo que pudieran conseguir de Javier.
Al tercer día, el departamento estaba vacío, y Javier  regresó al suyo, no quería irse, pero su hermano insistió. En la tarde Javier no llegó a dormir, por lo que la joven se preocupó un poco, a eso de las diez de la noche, él llamó por teléfono para avisar que no llegaría a dormir, por lo que ella se acostó más tranquila.
  
Despertó asustada, era como la noche anterior, pero alguien gritaba su nombre, salió a la sala de estar, era Daniel, estaba ebrio, gritaba incoherencias, al verla.
-¿Por qué me engañaste?, ¡mi hermano te pagó para que estuvieras conmigo! – el hombre lloraba como un niño, sentado en el piso en medio de la sala - ¿Dónde está él?, quiero ver a mi hermano…-  parecía un loco, la joven no sabía qué, nunca había tenido que enfrentar una situación así, ya sabía toda la verdad, toda la felicidad se esfumó, ella comenzó a llorar en silencio, observó como él se quedó dormido en el piso, lo trató de levantar, pero él la empujó, haciendo que ella cayera sobre una mesa lateral, botando y quebrando la lámpara que tenía, la joven colocó una alfombra detrás de él, consiguió voltearlo sin que despertara, fue por un cobertor para cubrirlo y una almohada, luego fue a su dormitorio y se acostó, pero no consiguió dormir nada, recién estaba amaneciendo, Ariel reunió sus cosas, en la sala de estar Daniel continuaba durmiendo, dejó las llaves en la mesa del teléfono, caminaba hacia la salida.
-Te vas como si fueras una ladrona,- escuchó una voz despacio, pero seca.
-No te preocupes, no me he robado nada, - no quería mirarlo, ya estaba llorando, ese enfrentamiento quería evitar.
-Eso crees tú, ¿dónde está mi hermano?, tenemos que hablar los tres- pero la joven consiguió salir por la puerta antes que él la alcanzara.
-Anoche me avisó que no llegaría a dormir – cerró la puerta, no quería escuchar nada más, sólo salir de ahí.
-¿A dónde crees que vas?, -lo escuchó a su espalda, la tomó del brazo, pero ella no lo miró.
-Pregúntale a tu hermano, - lo que más le dolía era que quizás sería la última vez que lo  viera, Javier no le dijo que tan grave era su enfermedad, y que ahora le hicieran ese daño, podría provocar que acelerara la evolución de la misma. Sentía mucho miedo, no quería perderlo, pero no podía hacer nada en ese momento, no lograba pensar con claridad, bajó la cabeza, para que no viera su rostro, él le levantó la cara con su mano, sus ojos profundos hacían que sus piernas no la sostuvieran, sacó fuerzas de flaqueza para sostener su mirada.
-aún no respondes, ¿por qué me engañaron así?
-No puedo decir nada, pregúntale a tu hermano – ¿cómo decirle que estaba enfermo?, ¿cómo explicarle que su hermano lo estaba protegiendo?, ella no podía decir nada, le prometió a Javier mantener el secreto. Con horror vio como su rostro se acercaba a ella, la iba a besar, cerró los ojos nerviosa, hasta que sintió el contacto, sentía que flotaba, sus labios eran suaves y tiernos, como si temiera que ella se rompiera, al abrir los ojos él la estaba mirando, le acarició el rostro.
-Si no podía dejar de quererte cuando pensaba que eras novia de mi hermano, menos ahora, aunque aún siento enojo, no puedo dejar de sentir esto aquí dentro – colocando la mano en su pecho,- no sé que me hiciste que no puedo dejar de pensar en ti - la abrazó  con fuerza, pero ella sentía que tenía que dejarlo hasta que Javier hablara con él - ¡aléjate de mi, no logro pensar con claridad cuando estas a mi lado, - parecía molesto.
-Pienso lo mismo, debemos mantenernos alejados – pero todas sus intenciones casi se desmoronan al mirar su rostro, no quería dejarlo, no podía dejarlo, pero debía hacerlo – tengo que  irme, tengo clases, ya estoy atrasada – tenia que dejarlo, pero sus piernas se negaban a funcionar, sin previo aviso, él puso distancia entre ellos, la miró con tristeza y caminó devuelta al departamento, la joven tomó eso como señal de estar de acuerdo con lo que ella dijo, con los pies pesados, como si llevara plomos, caminó lento, en dirección del instituto, agradecida de haber terminado la semana anterior el período de exámenes, ya que en ese momento no habría contestado nada.

Estaba trabajando, había pasado casi mes y medio, trató de comunicarse con Javier, pero su teléfono permanecía ocupado, en su departamento nunca estaba nadie, ahora se arrepentía de haber devuelto la llave, ahora no tenía como saber lo que estaba ocurriendo, temía que Daniel  hubiera agravado su enfermedad por causa de todo lo sucedido, no sabía que hacer, sólo quería verlo, lo esperó el día siguiente toda la tarde, pero no apareció, no aguantó más y llamó a la oficina, la secretaria le contó que estaba en una clínica muy importante  haciendo unos estudios, ella no esperó respuesta, sólo salió corriendo hacia la dirección que le habían dado, al llegar sintió alivio al ver a Daniel en el pasillo, si él estaba ahí significaba que estaba bien, pero al ver sus ojos, entendió que no era tan así, corrió donde ella y la abrazó.
-Está muy mal, el doctor dice que su enfermedad aceleró el proceso y que los tratamientos no sirvieron, no sé qué haré si mi hermano muere. – La joven aún estaba en shock, los estudios que le mostraron eran de Javier, él era el enfermo, no Daniel, se sintió mareada, qué era lo que estaba pasando realmente, como si le vaciaran en la cabeza un balde de agua fría, sentía frío, le temblaba todo el cuerpo, creía que se desmayaría, le costaba respirar.
-¿Por qué no me  llamaste?, deberías haberme avisado, él también es mi amigo, tú también necesitas apoyo, no veo a nadie más de tu familia.
-Es que no tenemos, nuestros padres murieron hace algunos años atrás, y no tenían más familia, por lo que sólo nos tenemos nosotros,- estaba abatido, su rostro pálido, mostraba varias noches en vela, sin descansar nada, lo abrazó con fuerza, mostrado que estaba ahí para él, en ese momento entendió una realidad, tenía que hablar con Javier, una idea le rondaba la cabeza, no quería ni imaginar, pero se asentaba negándose a desaparecer, - la última vez me dijiste que no nos viéramos más, pensé que eso querías.
-¿Javier puede recibir visitas?, necesito hablar con él con urgencia, por favor – casi rogó.
-Solo por pequeños espacios de tiempo, consultaré con el doctor.- La hicieron entrar, el hombre lucía muy mal, tenía suero, respirador y varios tubos que no logró saber su función, ella tenía que usar un delantal y mascarilla, no pensó que fuera tan serio.
-Javier, ¿por qué me mentiste?, dijiste que era Daniel el enfermo, ¿es por lo que estoy pensando?- él cogió su mano, la acarició suavemente.
-Ariel, por favor pídele a Daniel que entre, tengo que hablar con ambos, - ella lo hizo, cuando ambos estaban a su lado, volvió a hablar, le costaba hacerlo, se cansaba rápido. – esta enfermedad fue detectada hace casi un año, desde entonces he ido a diferentes países buscando segundas opiniones, teniendo siempre las mismas respuestas, ¿pensabas que fui a tantos seminarios, fin de semanas largos o vacaciones?, bueno, por lo que estamos aquí, Daniel sabe que no acostumbro dar explicaciones de lo que hago, pero ahora siento que debo hacerlo, lo peor de esta enfermedad es el temor de que mi  hermano se quedara solo, busqué formas de que eso no sucediera, hasta ese día, cuando caminábamos por esa calle, me quedé mirando los video juegos y recordando cuando nos pasábamos a jugar cuando adolescente, entonces tú viste a esta joven, al principio no entendía que te llamó la atención, pero después de un momento, me llamó la atención su sonrisa franca, su naturalidad y simpleza, pero lo que me convenció fue cuando lo ignoraste por completo, él se esforzaba por llamar tu atención, sin tener respuesta, entonces entendí que eras la persona que buscaba, pero tenía que hacer que te acercaras a él, sabía que te enamorarías al conocerlo mejor. Te hice investigar, con eso en mano, pude hacerte una oferta que no rechazarías, decidí que tú ocuparías mi lugar en la empresa. Necesito pedirles algo – ambos asintieron con la cabeza – ¿podrían casarse mientras estoy en el hospital?.
-Encuentro que es muy apresurado, no estamos seguros de querer casarnos.
-Si, y a mi no me gusta la tarta de freses, sé que es lo que más quieres  hacer, ¿por qué no  ahora?, si después igual lo harán, quiero ser testigo de ello, ¿qué les cuesta complacer a este moribundo?
-Hey, párale ahí, no vengas con chantaje emocional – Javier comenzó a reír.
-Si después lo harán, ¿por qué no mientras estoy aquí? – al ver que ambos aceptaron, le pidió el teléfono a Daniel y llamó a su abogado.
-¿Tiene listo lo que le solicité hace tiempo atrás?, ok, puede venir ahora con todo, - colgó – estará aquí en una hora, necesito que se preparen, tu sobre todo hermano, luces tan mal como yo – no pudieron evitar reír.
-Está bien, aquí al frente hay un hotel, usaré una habitación y regresaré más tarde – miró a la joven, aún no estaban seguros de lo que estaba sucediendo.

Pasaron solo veinte minutos y Daniel había regresado, duchado, afeitado y con ropa que parecía nueva,  entonces Javier continuó hablando.
-Te protegí y guié lo mejor que pude, esos días que me reemplazaste, me mostraron que eres capaz de hacer el trabajo que yo desempeñaba, pasaste todas las pruebas muy bien, pero lo que me hizo más feliz, fue saber que estabas realmente enamorada de mi hermano, él puede tener la mujer que quiera, pero ninguna quiere al hombre, sólo su dinero y posición, ahora puedo irme tranquilo, no estarás solo.
-¿Te has vuelto loco?, ¿cómo puedes manipularnos así?, no somos muñecos ni nada por el estilo – dijo Daniel, enfadado con su hermano, pero se asustó al escucharlo toser. Terminó de contarle sus ideas y lo feliz que estaba al verlos juntos, riendo de las bromas, Ariel miró al hombre que estaba en la cama, quería atesorar cada momento, sabía que podrían ser los últimos, estaba entendiendo lo que quería decir, cuando muriera él, su hermano estaría solo en el mundo, como lo está ella, es hija de madre soltera, la que murió cuando apenas tenía cinco años, vivió en casa de algunas tías y tíos lejanos, hasta tener la edad para poder trabajar y depender de sí misma, a duras penas terminó la escolaridad, esa era verdad que Javier había descubierto, y por lo que trataba de ayudarla, era como  ellos, pero sin el dinero. Javier entendió los pensamientos que la joven tenía, le apretó la mano.
Ariel tenía una mezcla de sentimientos, por un lado estaba aterrorizada con la idea del matrimonio, y por el otro, un hombre moribundo le pedía que le diera un momento de felicidad, su corazón pudo más, ya que eran dos contra uno, su amor por ambos hermanos.  Cuando llegó el abogado, fue sorpresa ver que tenía todo arreglado, un hermoso vestido blanco, no era de novia, solo un vestido de fiesta largo, con zapatos que hacían juego, junto con el abogado venía un juez del registro civil y un sacerdote, llegaron e iniciaron con la ceremonia, hicieron la función de  padrinos y testigos, Javier y el abogado, al terminar la ceremonia, el abogado le pidió que firmara otros documentos a Ariel, luego le explicó que Javier había traspasado todos sus bienes a nombre de ella, así que tenía los mismos derechos que Daniel en relación a todo lo que tenían ambos. Javier estuvo despierto casi una semana, antes de caer en coma por casi  un mes, en ese período, ella quedó embarazada, continuó estudiando, mientras trabajaba en la oficina, renunció al restaurante, todos los días iban a visitar a Daniel en la clínica, aunque a ella le costaba hacer todo con sus seis meses de embarazo.
Estaba entrando a las treinta y cuatro semanas, cuando el doctor los citó a una reunión con uno de los especialistas que Javier había visitado el año anterior, por sus investigaciones, había una posibilidad de vida para él, al parecer en algunas pruebas con células madre en el laboratorio, la enfermedad mostraba un pequeño retroceso, por una autorización que entregó él antes de ingresar a la clínica, podían hacer pruebas en él, pero querían su colaboración con un punto importante en la prueba, necesitarían las células madres del cordón umbilical del embarazo de Ariel, tendrían que estar pendientes, al momento del parto, deberían ir a esa clínica para comenzar a trabajar de inmediato después de nacido el bebé.
Despertó con fuertes dolores, parece que se adelantó el parto por dos semanas, ese día era sábado, por lo que no fueron a trabajar, llamaron primero al médico de Javier y luego al de la joven, ella no conseguía ordenar ideas, sólo quería que el dolor cediera, todo se volvió borroso, luego de grandes esfuerzos, nació el pequeño, dos días después la dieron de alta, y comenzarían con las pruebas en Javier. Su vida giró en torno a la nueva personita y la evolución del tratamiento de su cuñado, al mes recibieron muy buenas noticias, él estaba aceptando el tratamiento, era algo muy lento, pero era el inicio, la enfermedad estaba estancada, no avanzaba, aún lo tenían en coma inducida, ya que la semana anterior estaba reaccionando, pero era demasiado pronto. Pasaron seis meses y el tratamiento estaba surtiendo efecto, lo hicieron reaccionar, estaba respirando solo, y lo desconectaron de algunos tubos, estaban esperanzados, él podría volver con ellos. A los diez meses lo enviaron a casa, aún no podían creerlo, pero antes tenían que hablar con él.
-Como recordarás, me cediste todas tus pertenencias, entre ellas, el departamento donde vivías, entonces ese lo renté –decía la joven, Javier quería interrumpir, pero Daniel le indicó que no era buena idea,- nosotros compramos una casa con mucho patio, como no necesitaba ese dinero, tengo guardado en el banco una parte, la otra la invertí en construir un departamento a continuación de nuestra casa, ahora, como nos obligaste a vivir juntos, tendrás que compartir con nosotros las responsabilidades de ello, es decir, nos ayudarás a cuidar a Renato Javier, aunque tendrás una enfermera particular, no significa que estarás acostado encerrado en tu cuarto, no señor, me ayudarás con este pequeño que me da mucho trabajo, de la oficina no te salvarás, tendremos que compartir el trabajo, aunque me diste todas tus pertenencias, fue donde tu abogado y firmé un usufructo a tu favor, así que eres tan dueño de todo como yo, no tienes escusa, ¿tienes alguna pregunta?
-No sé si Daniel te dijo que no me gusta recibir órdenes, - agregó Javier.
-A mí tampoco, considera esto como un  a mano por lo del casamiento apresurado – todos comenzaron a reír.
Ariel había consultado todo con el médico, este autorizó, pero no puede hacer esfuerzos, aunque la enfermedad fue contenida, aún tenían una larga batalla por delante, lo  bueno era que estaban todos juntos, pudieran ser dos años o diez, sólo lo harían feliz el tiempo que sea necesario, aún no sabían si podría volver a caminar, su organismo estaba demasiado débil, pero ella se encargaría de que no se sintiera mal, como pasaba en casos donde la persona no podría trabajar como acostumbraba y comenzaba a sentir que sobraba en la casa, ella lo haría sentir que era muy necesario, después de todo amaba a estos tres hombres, a todos de forma diferente, pero los amaba con el corazón, esa sería su fuerza para lo que  estaba por llegar, paso a paso saltarían los obstáculos que se les presentarán, los miró a los tres, el niño tenía casi un año, jugaba con el rostro de su padre, entre tanto los dos hombres casi iguales prestaban atención a lo que ella hablaba, estaba feliz de su familia, los besó a los tres y continuó dictando las nuevas reglas de la casa…su casa.