-No conseguirás nada, si sólo te
dedicas a conversarle a la máquina – la sobresaltó escuchar la voz ronca y
divertida.
Ariel no pudo evitar mirar a
quien le hablaba, él era un hombre alto, porque levantó la cara para verlo,
cabello castaño oscuro y corto, rostro gentil,
ojos café, los que se iluminaban al sonreír, nariz recta, un hombre
guapo, calculó que era poco mayor que ella, pero la joven estaba en un período
de soledad, prefería su propia compañía, así que recurrió a su viejo truco,
fingía indiferencia, así desanimaba a cualquiera que intentara acercarse.
-Si quiere jugar, me hubiera
avisado, es toda suya la máquina, - agregó ella con el rostro sin expresión-
pero si no es eso, puedes mirar todo lo que quieras en silencio, y agradecería me
dejaras en paz, entendido.
El hombre la miró fijamente,
sonrió y salió del lugar, la joven siguió con su juego, aunque tenía la
sensación de que el hombre había cedido muy rápido, y que no era parte de su
carácter, decidió olvidarle y concentrarse en su juego. Por fin consiguió recuperarse después de casi
perder a causa de la interrupción, apareció ante sus ojos un pequeño conejo que la
asustó, al mirarlo bien, el conejo estaba con un traje verde y rosa, con gorro
verde y blanco; al mirar quien lo sostenía, el hombre sonrió.
-Una ofrenda de paz – él adoptó
una expresión de súplica tierna, aunque era fingido, era muy graciosa, -
acéptalo, por favor.
Ella estaba furiosa, nunca le
habían regalado algo, ni siquiera Cristian, no, no lo podía aceptar, la ira que
sentía era por sí misma, por su reacción al ver nuevamente al hombre, después
la abordó la tristeza, la soledad inundó su corazón, ya conocía los síntomas, necesitaba
salir de ahí. Levantó su pequeña
mochila, no quiso ni mirarlo, sólo salió de ahí, las lágrimas querían salir,
le dolía la garganta al contenerlas,
mientras bajaba la escalera del centro comercial, alguien la empujó levemente,
tiró de su mochila y salió corriendo, no lo podía creer, estaba en shock,
aunque lo único que sentía eran los documentos personales, porque no andaba con
mucho dinero.
-Toma tu bolso,- le dijo una voz
conocida, mientras le colocaban en las manos el bolso recién robado.
-Gracias, no debe preocuparse por
mí, la verdad es que cuando el ladrón revisara la mochila y viera el contenido,
- comenzó a reír ante la idea del pobre hombre al hacer tanto esfuerzo por nada
– él mismo me lo devolvería - con su
imaginación tan vívida, ya veía la cara del ladrón al abrir el bolso y verlo
casi vacío; había olvidado la presencia del hombre, que en ese momento la
miraba fijamente, lo que le provocó vergüenza, - ¿qué ocurre?.
- Tienes una sonrisa muy linda,
se refleja hasta en tus ojos, - le dijo mientras acariciaba una mejilla de la
joven.
- Muchas gracias por recuperar mi
bolso, debo irme, - continuó caminando.
Al abrir el bolso para pagar el
pasaje del autobús descubrió el conejo en su interior, mientras viajaba rumbo a
donde vivía, miraba el peluche, sentía la extraña sensación de ser observada,
de reojo recorrió a los otros pasajeros, nadie la miraba, tendría que prestar
atención, muy pocas veces se equivocaba con este tipo de cosas, volvió a
recorrer con la mirada el alrededor, entonces
lo vio, le era bastante familiar aunque no recordaba por qué, se preocupó
cuando bajó en la parada correspondiente y el hombre también lo hizo, caminó en
el mismo rumbo, pasando a su lado cuando estaba entrando en la casa, la señora
Sofía, la dueña de donde arrendaba un
cuarto, la esperaba en el pasillo.
-Hola Ariel, acaba de irse tu
amigo, dijo que otro día vendría, muy atractivo, - con mirada y sonrisa pícara,
habló antes de caminar hacia la cocina, la joven la siguió.
-Señora Sofía, ¿cómo era la
persona que vino?- preguntó con una punzada en el estómago.
-Alto, ojos cafe, cabello oscuro
y elegante,- no lo podía creer, el hombre que la siguió estuvo antes en la
casa, pero si recién pasó a su lado.
-Gracias, hablaré con él otro día.
Mientras caminaba hacia su
dormitorio, trataba de ordenar sus ideas, que estaba pasando, estaba cansada,
lo que sucediera, tendría que esperar hasta el día siguiente, ahora sólo tenía
que dormir, esta semana estaba turno de mañana, al dejar la pequeña mochila
sobre el sillón, al mirarla recordó al hombre de los juegos, ambos hombres se
parecían mucho, no lo había pensado, al tomar en sus manos el oso de peluche,
era muy bonito tendría que conservarlo por el momento, pero si lo volviese a
ver algún día…, algún día era una palabra incierta, no estaba segura si quería
verlo algún día, pero una voz interna decía que sí, la silenció. Encendió el
despertador y se acostó a dormir.
Una semana después, mientras
estaba en su trabajo, el restaurante estaba lleno de gente, los garzones
estaban como locos atendiendo a las personas que llegan, por momentos parecían
multiplicarse.
-Ariel, atiende el reservado,-
ordenó el señor Brunetti, esa área estaba reservada para personalidades
importantes, los que no querían ser molestados o pasar inadvertidos. – Carlo
está atendiendo los otros dos.
- Muy bien señor – la joven
caminó hacia el lado izquierdo del salón, entró y saludó a el hombre que estaba
en el pequeño salón dispuesto para cuatro personas, era como la versión más
chica de la sala principal.- Buenas tardes, señor – saludo con su acostumbrado
tono y sonrisa de cortesía – ¿ya ha decidido lo que ordenará?
-Si, pero me gustaría esperar a
mi hermano, me acaba de avisar que está llegando,- mientras le hablaba la
miraba más con curiosidad e interés, que la mirada apreciativa que le dirigían
los hombres por lo general, era consciente
de no ser bella, pero sabía que llamaba la atención algunas partes voluptuosas
de su cuerpo, - ¡ahí viene!, - exclamo el hombre, mientras saludaba al recién
llegado, cuando miró en su dirección,
Ariel quiso que la tierra se la tragara, era el hombre que le obsequió el oso, sabía que ahí no podía decirle unas cuantas
verdades al recién llegado, sólo le dirigió su mirada de pócker.
-Buenas tardes, señor, aquí tiene
la carta de comidas, en un momento regreso para tomar su pedido, - el hombre estaba
sorprendido por su amabilidad, miró los ojos de la joven y vio que estaba
enfadada, sonrió complacido, Ariel salió en busca de las bebidas pedidas como
aperitivos. Al entrar con el pedido,
pudo apreciar a ambos hombres, parecían tener casi la misma edad y muy
parecidos, al colocar las copas sobre la
mesa, apreció a ambos de perfil, casi cae desmayada cuando recordó algo,
reconoció al otro hombre como el que la
siguió a su casa, ¿qué querían con ella?, de pronto se sentía que el salón era
demasiado pequeño, necesitaba salir de ahí.
Cuando la joven los veía
retirarse, no aguantó más el enojo y se acercó al hombre que le regaló el oso.
-Disculpe, señor - le dijo Ariel,
- tengo algo que le pertenece, no acepto regalos de alguien que no sé ni su nombre, ¿cómo se lo hago
llegar?
-Me preguntaba, ¿Cuándo saldrías
con ese tema? – agregó con una sonrisa y
extendiendo la mano – mucho gusto, mi nombre es Daniel, ahora no tienes escusas
para devolverlo,- salió sonriendo a pesar de que ella no le respondió el
saludo.
Quedó boquiabierta cuando contó
la abundante propina que le dejó, quién diablos se creía, no necesitaba recibir
favores de él, tomó del dinero, el diez por ciento correspondiente a la
propina, la diferencia la guardó para devolvérselo cuando lo viera, estaba
segura que lo volvería a ver, estaba segura que sería una gran pelea devolverle
el dinero y el conejo, pero estaba decidida y ella era muy obstinada, aunque
estaba segura de que él también lo era.
Días después, al salir del
trabajo, el hermano de Daniel la estaba esperando en el pasaje en donde estaba
la entrada de servicio.
-Necesito hablar contigo – dijo
sin rodeos, parecía preocupado.
-¿Conmigo? – la joven estaba
sorprendida.
-Si, te invito una copa, y te
cuento- aunque estaba cansada, más pudo su curiosidad.
-Está bien, - entraron en un bar
cercano, la luz tenue y la música suave le otorgaba una intimidad
romántica, todo era nuevo para la joven,
- es bonito, nunca había estado en un lugar así, - le comentó con franqueza.
-Te preguntarás el motivo de mi
invitación
-Sé que no es por mi irresistible
sex apelle.
-jajajajajaja, - rió de buena
gana – ahora comprendo todo.
-Eres tan chalado como tu
hermano.
-Mi gemelo, querrás decir, -
agregó él sonriendo – eres muy particular – ella estaba por decir algo, pero él
la detuvo – por favor déjame hablar.
-Está bien, vamos al grano,- dijo
la joven riendo- mucho gusto soy Ariel.
-OH, perdón, mi nombre es Javier,
mucho gusto – extendió la mano en ademán de saludo – quería hablarte de Daniel
– ella quería hablar pero le indicó
silencio –me doy cuenta que ambos se gustan, tú no lo puedes ocultar, y
a él lo conozco demasiado bien.
-Si como no… – dijo ella burlona.
-Lo sé porque soy su hermano, hace
algún tiempo dejó de sonreír, pero tú se la devolviste.
-Oye, tengo cara de payaso o qué,
que hago reír a tu hermano.
-No es eso, es tu particular
forma de ser, ahora no puedo darte detalles, sólo quiero pedirte que lo conozcas,
que le enseñes a apreciar la vida, ninguna mujer es indiferente ante él, tanto
su atractivo físico, su carácter como su dinero.- La joven al escuchar todo
esto estaba aterrorizada, sentía mucho miedo, no por el hombre, sino por ella,
no hacía mucho que le destrozaron el corazón y aún lo tenía en reparaciones,
como decía ella.
-Oh no, lo siento, soy la chica
equivocada, no soy siquiatra ni nada de eso.
-No es eso lo que pido.
-Te entendí, y desde ahora digo,
¡no muchas gracias!- dijo recalcando las
últimas palabras, - es un interesante paquete, pero no me interesa…
-Espera, deja explicarte, - le
interrumpió él – Daniel está enfermo, y quiero que estos días sean los mejores.
-¿Está enfermo?, yo lo veo bien
sanito – agregó la joven.
-Los medicamentos lo mantienen
así.
-Déjame digerir lo que me cuentas
- Ariel no sabía que pensar.
- Te pido que me ayudes y a
cambio puedo ayudarte con los estudios, sospecho que no quieres ser garzona
toda tu vida.
- La verdad es que me gustaría estudiar administración.
-¡Ves!, ambos nos podemos ayudar,
tienes hasta llegar a casa – agregó él como si hablara del tiempo.
-¿Qué? – agregó ella asustada.
-Conociendo a mi hermano, estará
esperándola en su casa.
-ustedes son terribles, no dan
tregua.
- Jajajajajaja, eso no te lo discuto,
debemos irnos, te dejaré en un taxi para
que no nos vea mi hermano.
-Ahora no estoy segura de querer
llegar a casa.
-Lo harás – pagó y la tomó del
brazo y salieron del local e hizo parar
un taxi y la empujó dentro,- llévela a la dirección que ella indique, esto lo
cubrirá y guarde el vuelto, - le entregó el dinero al chofer, la joven estaba
furiosa, ambos la manejaban a su antojo.
-¿Qué se creen estos?, no soy una
de sus muñecas, los voy a mandar a ambos de paseo.
-¿Decía señorita?- respondió el chofer.
-Nada, que doble a la izquierda,
en la casa celeste. – Daniel ya la esperaba en la puerta de la casa, eso
aumentó su mal humor – ni antes de dormir me dejan en paz – llegó alegando en
voz baja.
- ¿Decías? - dijo esa voz
conocida y que la enojaba mucho.
-Nada que te importe – la joven
estaba furiosa
-¿por qué te soy desagradable?
-No, no eres tú – dijo en forma
irónica – sólo es tu forma de ser tan humilde, tan modesta, como escuchas a las
personas, tu…
-Ya, ya, por favor deja de
alagarme – agregó él risueñamente.
La joven recordó las palabras de
Javier, no podía creer la enfermedad del hombre, su sonrisa era sexy, entendía
a las otras mujeres, estaba loca, ¿cómo podía encontrarlo sexy?,
definitivamente le estaba afectando el cansancio del día.
-¡Hey!, ¡hola!, aterriza,- movió
la mano delante de la cara de la joven, quien aún estaba perdida en sus
pensamientos, ella lo miró y comenzó a reír. - ¿Cuál es la gracia? – preguntó
inquieto.
-Tu cara, - él la miró con cara
de confundido – estás tan acostumbrado a ser el centro de atención que no sabes
como reaccionar cuando alguien te ignora.
-Es culpa de mi mamá, ella me mal
acostumbró,- declaró con cara de inocente.
-Feliz tú – la joven habló,
mientras pensaba en su madre, Daniel la miró sorprendido, pero no dijo nada, -
disculpa, debo entrar estoy muy cansada – comenzó a caminar hacia la casa, pero
él la detuvo por el brazo, ella no le
gustaba que la vieran vulnerable, se ocultó en el enojo, - por favor, suelta mi
brazo, te dije que estoy cansada, - lo miró con frialdad, él la soltó y ella
continuó su camino.
Esa noche tenía problemas para
dormir, pensaba en el ofrecimiento de Javier, no debía aceptar, sería como estar en venta, no, no aceptará, no quería
complicaciones y lo más importante, no aceptaría la posibilidad de ser
lastimada otra vez. Con ese pensamiento se quedó dormida.
Días después Javier la fue a
buscar nuevamente al trabajo, le mostró los exámenes de Daniel y le pidió le
diera la respuesta del ofrecimiento, la joven sentía que era egoísta al no
ayudar a un hombre moribundo, por lo que aceptó, con la condición de que no
recibiría nada a cambio, pero el hombre le dijo que debía pensar en su futuro,
que si comenzaba a estudiar ahora podría egresar antes de los treinta años y en
un nuevo trabajo, fueron tantas las razones que logró convencerla en la ayuda
con los estudios, le comentó que ambos tenían una empresa de informática, en
donde Daniel como ingeniero en informática estaba a cargo de todo lo relacionado
con el servicio, y Javier estaba a cargo del área administrativa, por lo que le
ofreció ayuda con la materia de sus clases. Ariel le preguntó si su hermano
sabía de su enfermedad, por lo que Javier le respondió negativamente con un
movimiento de cabeza, indicándole que le dijo al doctor que le recetara unas
supuestas vitaminas, con esa escusa le dan sus medicamentos, la joven sintió
pena por él, de ahora en adelante le tendría más paciencia, aunque cada vez que
lo veía, él hacía meritos para acabar con la suya, cuando sentía que enfurecía,
pensaba en la enfermedad y así renovaba su paciencia. Esa misma tarde ambos
fueron a inscribirla en un instituto para que iniciara sus clases, la joven
sabía que con eso ya no podría retractarse del
trato.
Pasaron dos semanas, antes de que
Daniel le reclamara, habían ido a un bar tomar un trago.
-No sé por qué estas tan extrañas,
antes reaccionabas a todas mis acciones, ahora sólo te mantienes pasiva,
contienes tu carácter, y me das la razón en todo ¿qué diablos te pasa?
-No me ocurre nada, además, ¿por
qué tanto interés en mí?
-No lo sé, me haces sentir vivo,
no eres como las personas que conozco, siempre aceptando todo sin expresar sus
verdaderos pensamientos, eso no me gusta, es demasiado aburrido tener a mi
alrededor a personas tan complacientes, tan melosas.
Estaba diciendo esto cuando se
acercó una joven de poco más de veinte años, hermosa como muñeca, con un
vestido ajustado de color oscuro, por lo tenue de la luz no lograba identificar
el color.
-¡Hola, Daniel!, hacía tiempo que
no te veía – dijo con voz melosa, le recordó a una gata, el hombre la miró como
diciendo “de eso te hablo”.
- Lo siento Sofía, he estado muy
ocupado, como puedes ver, en este momento, también.
-No seas pesado, no creo que a la
señorita le importe si te robo por un rato – diciendo lo último con tono
despectivo, Ariel se enojó mucho y utilizó el mismo tono de ella.
-Lo siento, señorita, si me
importa, y por lo que veo, su falta de educación es tanto como su belleza. Agradecería que si quiere hablar con él, acuerdes
una cita. – siguió hablando con Daniel como si ella no estuviera ahí. - ¿qué me
decías sobre la gente complacientemente aburrida?, ah, sí, que estas cansado de
ese tipo de personas, pobrecito – dijo Ariel con tono meloso, ambos comenzaron
a reír, la joven miró de reojo hacia donde estaba la otra joven antes,
complacida de que se haya ido, aunque se enfadó al percatarse de la sonrisa de
complacencia de él. Pudo entender a lo
que se refería Javier sobre la forma de comportarse de las mujeres ante él, de
ahora en adelante no sería tan complaciente, quería pared, pared tendría para
chocar.
Después de eso conversaron de
todo un poco, era un hombre estimulante, inteligente y conocedor de muchos
temas, era agradable intercambiar opiniones, así como le explicaba cosas que
ella no entendía, alguien que daba gusto volver a ver, al parecer el hermano
tenía razón, ella se sentía atraída por este hombre, pero sabía que no debía
hacerse ilusiones, se conformaría con ser su amiga, eso era lo que este hombre
necesitaba y eso tendría.
-Pensándolo mejor, no eres tan
pedante y pesado como creía, me caes bien.- dijo la joven.
-Oh, favor que me concede la dama
– respondió en tono burlón.
Se despidieron en la casa donde
vivía, como era costumbre, al entrar en su dormitorio, no podía dejar de pensar en ese hombre, pero
tenía que recordar que él no era del
tipo que tomaba enserio a las mujeres, y menos alguien como ella, con esos
pensamientos se quedó dormida, tenía que descansar, ya que al otro día tendría
los primeros exámenes, agradecía a Javier, ya que por él consiguió entender las
materias que le cursaban.
Pasaron dos meses, casi todos los
días Daniel la invitaba a salir a algún lado, y para los días que tenía examen,
Javier la preparaba muy bien, después de ser supuestamente presentados, podían
reunirse sin levantar sospechas, ni tener problemas, ese fin de semana anunció
que tendría un par de semanas de vacaciones, por lo que le pidió a Ariel que lo
reemplazara esos días, le servirían como práctica para sus materias, por lo que
aceptó, en el restaurante trabajaba en la tarde, por lo que durante el día
estaba en la oficina, era diferente aplicar sus nuevos conocimientos, tenía que
aceptar que era fabuloso poder tener una carrera, con sus ingresos nunca podría
pagarla, por lo que se obligaba a sí misma aprovechar al máximo lo que estaba
recibiendo. Agradecida, trabajaba lo mejor que podía, aunque era incómodo tener
a Daniel tan cerca, estaba obligada, eso sí, ahí lo trataba como su jefe, cosa
que a él le molestaba mucho, era la única forma de mantener la distancia, ya
que eran muchas las hermosas mujeres que llegaban a la oficina preguntando por
él, más parecía una agencia de modelos que una empresa informática, lo que le
molestaba mucho el hecho de que él seguía buscándola, que se creía, que ella
era repuesto para cuando se aburriera.
Días después comenzó a frecuentar
la oficina una mujer bellísima, parecía una muñeca, era casi irreal, muy
seguido buscaba a Daniel y cuando no lo encontraba pedía esperarlo, esa tarde,
Ariel llevaba unos documentos para cotejar gastos que no habían sido justificados con boletas, entró a
la oficina, pensando que él estaba ahí, ya que escuchó a alguien, era ella,
quien se sobresaltó al verla, estaba en el notebook del escritorio tratando de
encenderlo, fingió estar mirando el
alrededor, pero eran muy obvia sus intenciones, cuando llegó Daniel, ella lo
saludó efusivamente, la joven lo miró y salió de la oficina, diciendo que iría
después a conversar con él, en el camino pensaba si decirle lo visto o no,
después de discutirlo consigo misma, si se lo decía, él pensaría que estaba
celosa de ella, por ello decidió tener más información antes de hacer algo.
-Estos gastos necesitan ser
respaldados, no tengo boletas por ellos, - cuando fue a la oficina de Daniel
más tarde, aún no entendía a este hombre, primero la persigue sin tregua, y
ahora apenas le dirige la palabra, desde que conoció a esa belleza, tenía que
dejar esos pensamientos de lado, por el momento, ahora sentía que habían cosas
más importantes de qué preocuparse, la actitud de la mujer fue sospechosa, tenía
que averiguar por qué esa mujer estaba tratando de ingresar a su computador.
-Que pasaría con nuestra empresa
si no son respaldados los gastos, en una de esas quebramos, - agregó burlón.
-Tu hermano me pidió que lo
reemplace por estas dos semanas y eso hago, no sé como trabaja él, pero me
gusta tener todos los detalles bien cubiertos.- decidió jugar a las mentiras
verdaderas, en donde dice una mentira para sacar una verdad- El otro día te
escuché hablando con alguien, y no era por teléfono, ¿se puede saber quién
era?.
-No, no se puede saber, - dijo él
enojado.
-Entonces es secreto el trabajo
que haces con esas personas.
-Escucha, a veces trabajo con
empresas internacionales, por ello no puedo hablar del tema, tu sabes, eso del
espionaje industrial.
-Hay, que pesado eres, solo
quería saber de qué trataba tu trabajo, tu hermano no me ha dicho nada.
-Mejor así, no vuelvas a
preguntar, no quiero que tengamos
problemas por esto.
-No te preocupes, no volveré a
preguntarte nada más que lo necesario,- salió
aparentando enojo, aunque en realidad estaba pensando, esa mujer era
algún tipo de espía, debía ser muy importante el trabajo que estaba haciendo Daniel,
tendría que hablar con Javier, era el único que la escucharía, agradecía que
llegara este fin de semana. La semana
siguió como siempre, la mujer frecuentaba la oficina, pero Ariel se preocupó de
pedirle a la secretaria que cuando Daniel no esté en su oficina, la puerta debía
estar siempre cerrada con llave, así nadie que no fuera él entraría en esa
oficina, incluso él le preguntó por qué dio esa orden, ella respondió que no
era orden, sino que como él tenía trabajos tan delicados, prefería evitar, de
esa forma, futuros problemas.
Javier el mismo sábado que llegó
fue a visitarla, estaba preocupado, su hermano le dijo que ella era demasiado
quisquillosa con todo, le contó hasta el hecho de mantener su oficina cerrada
con llave cuando no estaba.
-¿Qué ocurre, Ariel?
-La mujer con la que esta saliendo
tu hermano la encontré tratando de encender su computador, lo sondeé con
preguntas, se molestó mucho diciendo que su trabajo era secreto, lo cual indica
importancia, no quise que pasara algo, y si le decía mis sospechas a tu
hermano, pensará que estoy celosa.
-¿Qué pasó con ustedes? – él
realmente estaba preocupado.
-Nada, solo que tu hermano encontró a alguien más con quien
divertirse.
-No lo creo, algo pasó para que
se alejaran.
-Eso debes preguntárselo a él, no
tengo idea.
-Hoy la conoceré, quedaron en ir
a cenar a casa, como una bienvenida para mí, entonces podré evaluarla, en
cuanto a ti, debes decirle la verdad, hoy, no quiero que esperes nada más.
-Pero si él no me…
-No importa si no te cree,
después de todo, terminaste con mi reemplazo, el lunes me rindes el movimiento
a la fecha, y yo me encargaré de lo demás – la interrumpió.
-Será como tú digas, no te
aseguro de que le agrade.
-No importa, le sembrarás la duda
y él no tendrá tanta confianza con ella.
Después de que Javier se fue, la
joven llamó por teléfono a su hermano para que fuera a su departamento para
conversar. Le contó lo que vió en su oficina, lo que sospechaba y que por favor
cuidara lo que estaba haciendo, para que no saliera perjudicado en su trabajo.
-¿Estás celosa? –le preguntó
Daniel
-Sabía que dirías eso, por esa
razón no quería contarte nada, pero tu hermano insistió
-No es de ahora, hace tiempo que te noto cierta cercanía con mi
hermano, una familiaridad, que no fue iniciada cuando los presenté, conozco a
mi hermano, sé cuando finge, ese día lo hicieron lo mejor que pudieron, pero he
aprendido a conocerte a ti también, por eso sé que estabas mintiendo.
-Si quieres saberlo, pregúntale a
él.
-En cuanto a Annie, sé muy bien
quien es ella, no te preocupes, menos mal que ya no trabajarás más en la
oficina, podremos regresar a la normalidad, después de mañana, no quiero que te
acerques a la oficina para nada, ¿entendido?
Ella lo acompañó a la puerta,
tendría que conversar con el hermano, porque este no la escuchó, estaba
abriéndole la puerta para que saliera, la cogió en sus brazos y la besó,
dejándola mareada, él abrió la puerta y se fue sin decir palabra. Ella quedó
confundida, primero le dice que no la quiere ver y luego la besa, ¿quién lo
entiende?
Días después la esperaba Javier
en su casa, al regresar del trabajo.
-Tenemos que hablar, pero esta
conversación debe quedar entre nosotros. Hace un año, mi hermano fue a una
conferencia invitado por un amigo, ahí conoció a varios científicos, entre
ellos uno norteamericano y otro japonés, intercambiaron información, lo cual se
dieron cuenta que cada uno estaba trabajando en un dispositivo secreto, no pudo
darme detalles, pero sí me contó, que hace un mes y medio, el laboratorio del
científico norteamericano fue revisado, por lo que él puso sobre aviso al
resto, como mi hermano estaba en alerta, por detalles sospechó de Annie, por
eso se ha mantenido alejado de ti, para que no corras riesgo, estaba molesto
porque te instalé en la oficina, pero ahora está más tranquilo al terminar tu
periodo. Por favor no le digas que te coloqué al tanto de todo, él no confía en
nadie, pero yo en ti.
Las explicaciones de Javier le
respondían muchas preguntas, aunque aún no estaba segura de que Daniel.
-Me está cansando el juego de
ustedes, de disponer de mi vida como si fuera su responsabilidad, toda la vida
he cuidado de mí, y nadie, absolutamente, nadie va a venir a darme órdenes, ni
a decidir lo que hago o dejo de hacer – dijo la joven enojada con ambos.
-No lo tomes así, nos preocupamos
por ti, eres como una hermana para mí, en cuanto a mi hermano, sé muy bien que
eso precisamente, - dijo con mirada picara.
-Entre ustedes dos me harán tener
una úlcera con sus tonteras. – el hombre la abrazó como si fuera algo normal,
mientras ella sentía que estaba con un hermano, era agradable que alguien te
abrazara sin tener segundas intenciones, disfrutó del momento sin preocuparse,
mientras se tragaba los deseos de llorar, parecía una niña chica, una niña que
era reconfortada por esos cálidos brazos.
Desde hacía una semana tenía una
sensación extraña, como si alguien la
observara, pero no lograba ver a nadie, hasta esa tarde, era un vehículo
pequeño de color azul, no le agradaba ser vigilada, más aún cuando no sabía la
razón, hasta que recordó la conversación con Javier, decidió llamarlo y
colocarlo al tanto, aunque menos le agradó la solución que le dio, ir a vivir
en su casa hasta que todo se arreglara, no quería, pero él la convenció con el
argumento de que ahí estaría a salvo, realmente tenía miedo, por no saber el
tipo de persona que la seguían. Fue peor cuando una tarde llegó Daniel a buscar
a su hermano y la encontró a ella.
-Qué sorpresa, no sabía que era
tan seria su relación, ¿así que ahora eres mi cuñada? – agregó enojado – ahora
no puedes negar que estas con él.
-Piensa lo que quieras – ella se
sentía furiosa, él la insultaba, y ella no podía defenderse, ya que prometió no
decirle nada a él, colocando su mejor
sonrisa, lo miró desafiante – sabes que, si vivo con, estamos muy bien y somos felices
juntos – luego se arrepintió al recordar su enfermedad, pero más aún al ver que
él la miraba con furia.
Daniel estaba por salir del
departamento, cuando la abrazó, ella sintió que la besaría, pero sólo la miró,
era una mezcla entre enojo y dolor, ella pensó que se sintió mal por la
enfermedad, por lo que asustada llamó a Javier para pedirle que viera que su
hermano estuviera bien, le explicó lo que sucedió y que le vio cara de dolor.
Le extrañó la calma del hombre, aunque
pensó que él debía conocer los síntomas del hermano, él debía saber que hacer en momentos como ese, dejó el tema
y se arregló para ir a trabajar al restaurante, tenía que preocuparse de las
pruebas que tendría esa semana, ya que estaba terminando el primer semestre,
entre temerosa y emocionada, ya que estaba estudiando mucho con Javier, él era
muy exigente con la privacidad, ni ella podía entrar a su dormitorio, ni él al
de ella, lo que hacía que la señora de la limpieza los mirara raro, ella
pensaba que eran pareja, pero al darse cuenta que no compartían nada más que
las áreas comunes, entendió que eran sólo amigos, al principio no creyó cuando
la joven le respondió eso, después fue más simpática con Ariel.
Entre el trabajo y los exámenes
del instituto, no le dio tiempo de pensar en que Daniel no ha ido a la departamento, pasado la semana fue
consciente de eso, y lo comenzó a extrañar, quería verlo, al trabajar con él
aprendió su horario, por lo que antes de ir al trabajo, esperó afuera de su
oficina, a la hora que él salía a tomar un café en la cafetería que estaba al
frente, le gustaba el café especial que servían ahí, escuchó a la secretaria
comentarlo. Lo miró en silencio, detrás
de un gran letrero, él se sentó frente a un mesón que estaba en el gran
ventanal, la joven lo observaba, nerviosa con un nudo en el estómago, aunque le
molestó mucho ver que Annie se sentaba junto a él, sintió que todo se
desmoronaba a sus pies, quería llorar, caminó despacio, sin mirar hacia donde
iba, sus pies la guiaron automáticamente hasta el restaurante, trabajó con
una sonrisa congelada en el rostro, pero
nada en su alrededor no era importante, sólo quería ir a casa a dormir y
olvidar todo, mientras caminaba al departamento, pensaba en hablar con Javier,
consideraba que no estaba cumpliendo con su parte del trato, le diría que ella
podía pagar el siguiente semestre, el reemplazo fue bien pagado, como no dejó
el restaurante, ese dinero lo había guardado, la experiencia le sirvió para
buscar un trabajo como apoyo en alguna oficina, pediría entrar más tarde en el
actual trabajo, estaba segura que podría hacerlo, sólo tenía que buscarlo, de
esa forma se alejaría de ambos hermanos, estaba dependiendo demasiado de ambos
y eso no le gustaba, ya que siempre terminaba lastimada. Al abrir la puerta del
departamento, escuchó risas, al entrar, estaban en la sala de estar Annie,
Javier y Daniel, al ver este último, sintió un vacío en el estómago que casi le
debilita las piernas, con fuerza de voluntad y orgullo, levantó el rostro al
saludar.
-Buenas noches a todos,- dijo la
joven con rostro jovial, aunque por dentro se sentía mal, mientras caminaba a
su dormitorio.
-Ariel, siéntate y toma algo, –
respondió Javier, al rechazar la oferta alegando sentirse cansada, él agregó, - entonces, ¿me haces un favor?, en mi dormitorio
dejé unos papeles, podría traérmelos.- Al ver que la joven dudaba, - no te
preocupes, entra con confianza, está en la mesa que tiene la lámpara
rectangular – le pareció raro que le diera esos detalles, al entrar entendió la
razón, habían tres mesas pequeñas, dos a los costados de un sillón de descanso
y otra al lado de la ventana, esa era a
la que se refería él. Al regresar al salón, su rostro enrojeció al ver que
Daniel no dejaba de mirarla, ella se disculpó y se fue a descansar, luego de un
par de minutos, escuchó unos golpes en la puerta, al abrir quedó sorprendida al
verlo, sin mencionar palabras, la abrazó por la cintura y la besó, ella
sorprendida no sabía que hacer, pero estaba feliz de estar ahí, dejó de
besarla, sin soltar su cintura, dijo avergonzado.
-¿Por qué no me aclaraste todo?,
me dejaste pensar que eras la pareja de mi hermano, tenía rabia de quererte y
que estuvieras con mi hermano, no sabes los días que me has hecho pasar – mientras hablaba le daba
pequeños besos por el rostro de la joven, después de un momento ella logró
reaccionar, trató de alejarlo de ella, pero sin conseguir moverlo, no quería
dejarlo pero tenía que mantener la cordura.
-¿Qué te pasa?, ¿por qué ahora me
buscas, después de haberme ofendido?
-Recién entendí la verdad, ya que
ninguno de los dos se molestaron en explicarme nada, me dejaron pensar que
estaban juntos, que rabia sentía, pero ahora está todo bien…
-OH, no, no tan rápido, ¿quién
crees que soy?, ¿que puedes venir, abrazarme y besarme y yo estaré tan
tranquila?, no señor, aquí dejamos todo, porque tú no estas solo, estas con
Annie, y yo no soy plato de segunda mesa…- él comenzó a reir y la abrazó muy
fuerte.
-Mi niña, estas celosa, no tengo
nada con Annie, ella solo trabaja conmigo, nada más, ahora no puedo contarte
nada, en una semana podré explicarte todo, solo debes tener paciencia.
Aún no lo podía creer, él le
pidió ser su novia, delante de su hermano y de Annie, de ella, con se suponía
que estaba saliendo, durmió poco esa
noche, sólo por el cansancio de la madrugada, se reflejaba en su mirada, un
brillo que no había visto antes aparecía
cada vez que la miraba, era una tibieza que nacía en su interior y le llegaba hasta el corazón, era
definitivo, estaba enamorada de Daniel, era una emoción increíble, quería
gritarlo, se le cortaba la respiración, lo único que pensaba en que quería
abrazarlo, volver a besarlo, sentir sus brazos a su alrededor… le interrumpió
una compañera de clase, lo que la obligó a prestar a tención a lo que le
estaban enseñando.
Cuando caminaba hacia el trabajo
por la tarde, la llamó por teléfono Javier, que con urgencia tenía que regresar
a casa, eso la asustó mucho, pensando en que a Daniel le había ocurrido algo.
Casi corría para llegar lo antes posible, notó que el vehículo que había visto
antes la seguía, comenzó a acelerar, cuando llegó el auto de Javier y le pidió
que subiera muy rápido, luego salieron apurados, al llegar a casa, habían
varios vehículos, al parecer era mucho el movimiento, hablaban por radio
entrando y saliendo del edificio, al llegar les pidieron sus documentos y luego
entraron directo al estacionamiento, de ahí hacia el piso en donde vivian, al
llegar le explicaron, ellos eran guardaespaldas contratados para cuidarlos, ya
que esa semana Daniel tenía que ultimar detalles con el proyecto y entregarlo,
todo ese personal era para evitar el robo del proyecto, ya que la noche
anterior intentaron robarlo, dejando herido a un guardia; esa mañana trataron
de llevarse a Daniel, por lo que ahora
estaban todos resguardados en el mismo lugar, ese departamento era más amplio
que el de Daniel, lo tenían trabajando en el estudio, alguien abrió la puerta
para salir, ahí lo vio al lado de Annie, su corazón dio un vuelco, no entendía
nada de lo que estaba sucediendo, pero volvió a sentir la sensación de ser
observada, un hombre alto de traje oscuro la miraba ocultando sus ojos con
lentes oscuros, sabía que lo había visto, la idea le ocupó la cabeza hasta
cuando estaban por prepararse para dormir, lo recordó, corrió donde Javier, se
topó en el camino con el hombre, sintió miedo, fingió ir a la cocina, recordó
su cartera en el comedor, mientras caminaba el hombre no le quitaba la vista de
encima, ella cogió su bolso y se fue a
su dormitorio, cerrando con pestillo, marcó el número de Javier, al contestar
él, ella le explicó lo que sucedía, el hombre era el mismo del auto azul, que
la ha seguido estos días, él le dijo que no abriera a nadie, aunque golpearan
la puerta, colgó, escuchó que alguien llamaba insistentemente a la puerta, pero
se refugió en el baño, no sabía que hacer, tenía mucho miedo, temía que le
sucediera algo a Javier o Daniel, ya que este último estaba muy enfermo, se tapó los oídos para no
escuchar los gritos, golpes y sonidos de lucha al otro lado de la puerta, en la
tina de baño se sentía más segura, con una frazada se cubrió la cabeza.
Después de un par de horas, salió
del baño, sonó su celular, era Javier, le pedía que saliera, ya había pasado
todo, al salir vio a Annie, ella le explicó que era guardaespaldas de Javier,
asignada por la empresa con la que estaba trabajando él y los otros dos
científicos, por el problema que tuvo el científico norteamericano, se
resguardó a los tres y su familia, ya que intentaron secuestrar a la esposa de
él también. Como se filtró el rumor de que el dispositivo estaba casi listo,
estaba siendo más audaces en los ataques, como él tenía todos los componentes,
el resguardo fue mayor, en dos días más estaría todo listo, por lo que nadie
podía salir de ahí hasta entonces, ella le dijo a la joven que no se preocupara
por su trabajo, avisaron que estaba enferma en cama, por ello no iría hasta el
martes de la semana siguiente. Encerrada todos esos días, que horror, no le
gustaba sentirse prisionera, pero más miedo le daba ser secuestrada. Les
preguntó que ocurriría después, cuando ellos se fueran, la mujer aseguró que no
tendrían problemas, ya que el dispositivo pasaría a ser propiedad de los tres
gobiernos de donde eran los científicos, por ello, todos los planos y sus
componentes permanecerían ocultos, que sin ellos no podrían hacer nada, y en
cuanto a los científicos, tanto el norteamericano como el japonés pidieron
trabajar en sectores militares, por lo que sin ellos no podrían hacer nada con
lo que pudieran conseguir de Javier.
Al tercer día, el departamento
estaba vacío, y Javier regresó al suyo,
no quería irse, pero su hermano insistió. En la tarde Javier no llegó a dormir,
por lo que la joven se preocupó un poco, a eso de las diez de la noche, él
llamó por teléfono para avisar que no llegaría a dormir, por lo que ella se
acostó más tranquila.
Despertó asustada, era como la
noche anterior, pero alguien gritaba su nombre, salió a la sala de estar, era
Daniel, estaba ebrio, gritaba incoherencias, al verla.
-¿Por qué me engañaste?, ¡mi
hermano te pagó para que estuvieras conmigo! – el hombre lloraba como un niño,
sentado en el piso en medio de la sala - ¿Dónde está él?, quiero ver a mi
hermano…- parecía un loco, la joven no
sabía qué, nunca había tenido que enfrentar una situación así, ya sabía toda la
verdad, toda la felicidad se esfumó, ella comenzó a llorar en silencio, observó
como él se quedó dormido en el piso, lo trató de levantar, pero él la empujó,
haciendo que ella cayera sobre una mesa lateral, botando y quebrando la lámpara
que tenía, la joven colocó una alfombra detrás de él, consiguió voltearlo sin
que despertara, fue por un cobertor para cubrirlo y una almohada, luego fue a
su dormitorio y se acostó, pero no consiguió dormir nada, recién estaba
amaneciendo, Ariel reunió sus cosas, en la sala de estar Daniel continuaba
durmiendo, dejó las llaves en la mesa del teléfono, caminaba hacia la salida.
-Te vas como si fueras una
ladrona,- escuchó una voz despacio, pero seca.
-No te preocupes, no me he robado
nada, - no quería mirarlo, ya estaba llorando, ese enfrentamiento quería
evitar.
-Eso crees tú, ¿dónde está mi
hermano?, tenemos que hablar los tres- pero la joven consiguió salir por la puerta
antes que él la alcanzara.
-Anoche me avisó que no llegaría
a dormir – cerró la puerta, no quería escuchar nada más, sólo salir de ahí.
-¿A dónde crees que vas?, -lo
escuchó a su espalda, la tomó del brazo, pero ella no lo miró.
-Pregúntale a tu hermano, - lo
que más le dolía era que quizás sería la última vez que lo viera, Javier no le dijo que tan grave era su
enfermedad, y que ahora le hicieran ese daño, podría provocar que acelerara la
evolución de la misma. Sentía mucho miedo, no quería perderlo, pero no podía
hacer nada en ese momento, no lograba pensar con claridad, bajó la cabeza, para
que no viera su rostro, él le levantó la cara con su mano, sus ojos profundos
hacían que sus piernas no la sostuvieran, sacó fuerzas de flaqueza para
sostener su mirada.
-aún no respondes, ¿por qué me
engañaron así?
-No puedo decir nada, pregúntale
a tu hermano – ¿cómo decirle que estaba enfermo?, ¿cómo explicarle que su
hermano lo estaba protegiendo?, ella no podía decir nada, le prometió a Javier
mantener el secreto. Con horror vio como su rostro se acercaba a ella, la iba a
besar, cerró los ojos nerviosa, hasta que sintió el contacto, sentía que
flotaba, sus labios eran suaves y tiernos, como si temiera que ella se
rompiera, al abrir los ojos él la estaba mirando, le acarició el rostro.
-Si no podía dejar de quererte
cuando pensaba que eras novia de mi hermano, menos ahora, aunque aún siento
enojo, no puedo dejar de sentir esto aquí dentro – colocando la mano en su
pecho,- no sé que me hiciste que no puedo dejar de pensar en ti - la
abrazó con fuerza, pero ella sentía que
tenía que dejarlo hasta que Javier hablara con él - ¡aléjate de mi, no logro pensar
con claridad cuando estas a mi lado, - parecía molesto.
-Pienso lo mismo, debemos
mantenernos alejados – pero todas sus intenciones casi se desmoronan al mirar
su rostro, no quería dejarlo, no podía dejarlo, pero debía hacerlo – tengo
que irme, tengo clases, ya estoy atrasada
– tenia que dejarlo, pero sus piernas se negaban a funcionar, sin previo aviso,
él puso distancia entre ellos, la miró con tristeza y caminó devuelta al
departamento, la joven tomó eso como señal de estar de acuerdo con lo que ella
dijo, con los pies pesados, como si llevara plomos, caminó lento, en dirección
del instituto, agradecida de haber terminado la semana anterior el período de
exámenes, ya que en ese momento no habría contestado nada.
Estaba trabajando, había pasado
casi mes y medio, trató de comunicarse con Javier, pero su teléfono permanecía
ocupado, en su departamento nunca estaba nadie, ahora se arrepentía de haber
devuelto la llave, ahora no tenía como saber lo que estaba ocurriendo, temía
que Daniel hubiera agravado su enfermedad
por causa de todo lo sucedido, no sabía que hacer, sólo quería verlo, lo esperó
el día siguiente toda la tarde, pero no apareció, no aguantó más y llamó a la
oficina, la secretaria le contó que estaba en una clínica muy importante haciendo unos estudios, ella no esperó
respuesta, sólo salió corriendo hacia la dirección que le habían dado, al
llegar sintió alivio al ver a Daniel en el pasillo, si él estaba ahí
significaba que estaba bien, pero al ver sus ojos, entendió que no era tan así,
corrió donde ella y la abrazó.
-Está muy mal, el doctor dice que
su enfermedad aceleró el proceso y que los tratamientos no sirvieron, no sé qué
haré si mi hermano muere. – La joven aún estaba en shock, los estudios que le
mostraron eran de Javier, él era el enfermo, no Daniel, se sintió mareada, qué
era lo que estaba pasando realmente, como si le vaciaran en la cabeza un balde
de agua fría, sentía frío, le temblaba todo el cuerpo, creía que se desmayaría,
le costaba respirar.
-¿Por qué no me llamaste?, deberías haberme avisado, él
también es mi amigo, tú también necesitas apoyo, no veo a nadie más de tu familia.
-Es que no tenemos, nuestros
padres murieron hace algunos años atrás, y no tenían más familia, por lo que
sólo nos tenemos nosotros,- estaba abatido, su rostro pálido, mostraba varias
noches en vela, sin descansar nada, lo abrazó con fuerza, mostrado que estaba
ahí para él, en ese momento entendió una realidad, tenía que hablar con Javier,
una idea le rondaba la cabeza, no quería ni imaginar, pero se asentaba
negándose a desaparecer, - la última vez me dijiste que no nos viéramos más,
pensé que eso querías.
-¿Javier puede recibir visitas?,
necesito hablar con él con urgencia, por favor – casi rogó.
-Solo por pequeños espacios de
tiempo, consultaré con el doctor.- La hicieron entrar, el hombre lucía muy mal,
tenía suero, respirador y varios tubos que no logró saber su función, ella
tenía que usar un delantal y mascarilla, no pensó que fuera tan serio.
-Javier, ¿por qué me mentiste?,
dijiste que era Daniel el enfermo, ¿es por lo que estoy pensando?- él cogió su
mano, la acarició suavemente.
-Ariel, por favor pídele a Daniel
que entre, tengo que hablar con ambos, - ella lo hizo, cuando ambos estaban a
su lado, volvió a hablar, le costaba hacerlo, se cansaba rápido. – esta
enfermedad fue detectada hace casi un año, desde entonces he ido a diferentes
países buscando segundas opiniones, teniendo siempre las mismas respuestas,
¿pensabas que fui a tantos seminarios, fin de semanas largos o vacaciones?,
bueno, por lo que estamos aquí, Daniel sabe que no acostumbro dar explicaciones
de lo que hago, pero ahora siento que debo hacerlo, lo peor de esta enfermedad
es el temor de que mi hermano se quedara
solo, busqué formas de que eso no sucediera, hasta ese día, cuando caminábamos
por esa calle, me quedé mirando los video juegos y recordando cuando nos
pasábamos a jugar cuando adolescente, entonces tú viste a esta joven, al
principio no entendía que te llamó la atención, pero después de un momento, me
llamó la atención su sonrisa franca, su naturalidad y simpleza, pero lo que me
convenció fue cuando lo ignoraste por completo, él se esforzaba por llamar tu
atención, sin tener respuesta, entonces entendí que eras la persona que
buscaba, pero tenía que hacer que te acercaras a él, sabía que te enamorarías
al conocerlo mejor. Te hice investigar, con eso en mano, pude hacerte una
oferta que no rechazarías, decidí que tú ocuparías mi lugar en la empresa.
Necesito pedirles algo – ambos asintieron con la cabeza – ¿podrían casarse
mientras estoy en el hospital?.
-Encuentro que es muy apresurado,
no estamos seguros de querer casarnos.
-Si, y a mi no me gusta la tarta
de freses, sé que es lo que más quieres
hacer, ¿por qué no ahora?, si
después igual lo harán, quiero ser testigo de ello, ¿qué les cuesta complacer a
este moribundo?
-Hey, párale ahí, no vengas con
chantaje emocional – Javier comenzó a reír.
-Si después lo harán, ¿por qué no
mientras estoy aquí? – al ver que ambos aceptaron, le pidió el teléfono a
Daniel y llamó a su abogado.
-¿Tiene listo lo que le solicité
hace tiempo atrás?, ok, puede venir ahora con todo, - colgó – estará aquí en
una hora, necesito que se preparen, tu sobre todo hermano, luces tan mal como
yo – no pudieron evitar reír.
-Está bien, aquí al frente hay un
hotel, usaré una habitación y regresaré más tarde – miró a la joven, aún no
estaban seguros de lo que estaba sucediendo.
Pasaron solo veinte minutos y
Daniel había regresado, duchado, afeitado y con ropa que parecía nueva, entonces Javier continuó hablando.
-Te protegí y guié lo mejor que
pude, esos días que me reemplazaste, me mostraron que eres capaz de hacer el
trabajo que yo desempeñaba, pasaste todas las pruebas muy bien, pero lo que me
hizo más feliz, fue saber que estabas realmente enamorada de mi hermano, él
puede tener la mujer que quiera, pero ninguna quiere al hombre, sólo su dinero
y posición, ahora puedo irme tranquilo, no estarás solo.
-¿Te has vuelto loco?, ¿cómo
puedes manipularnos así?, no somos muñecos ni nada por el estilo – dijo Daniel,
enfadado con su hermano, pero se asustó al escucharlo toser. Terminó de
contarle sus ideas y lo feliz que estaba al verlos juntos, riendo de las
bromas, Ariel miró al hombre que estaba en la cama, quería atesorar cada
momento, sabía que podrían ser los últimos, estaba entendiendo lo que quería
decir, cuando muriera él, su hermano estaría solo en el mundo, como lo está
ella, es hija de madre soltera, la que murió cuando apenas tenía cinco años,
vivió en casa de algunas tías y tíos lejanos, hasta tener la edad para poder
trabajar y depender de sí misma, a duras penas terminó la escolaridad, esa era
verdad que Javier había descubierto, y por lo que trataba de ayudarla, era
como ellos, pero sin el dinero. Javier
entendió los pensamientos que la joven tenía, le apretó la mano.
Ariel tenía una mezcla de
sentimientos, por un lado estaba aterrorizada con la idea del matrimonio, y por
el otro, un hombre moribundo le pedía que le diera un momento de felicidad, su
corazón pudo más, ya que eran dos contra uno, su amor por ambos hermanos. Cuando llegó el abogado, fue sorpresa ver que
tenía todo arreglado, un hermoso vestido blanco, no era de novia, solo un
vestido de fiesta largo, con zapatos que hacían juego, junto con el abogado
venía un juez del registro civil y un sacerdote, llegaron e iniciaron con la
ceremonia, hicieron la función de
padrinos y testigos, Javier y el abogado, al terminar la ceremonia, el abogado
le pidió que firmara otros documentos a Ariel, luego le explicó que Javier
había traspasado todos sus bienes a nombre de ella, así que tenía los mismos
derechos que Daniel en relación a todo lo que tenían ambos. Javier estuvo
despierto casi una semana, antes de caer en coma por casi un mes, en ese período, ella quedó
embarazada, continuó estudiando, mientras trabajaba en la oficina, renunció al
restaurante, todos los días iban a visitar a Daniel en la clínica, aunque a
ella le costaba hacer todo con sus seis meses de embarazo.
Estaba entrando a las treinta y
cuatro semanas, cuando el doctor los citó a una reunión con uno de los
especialistas que Javier había visitado el año anterior, por sus
investigaciones, había una posibilidad de vida para él, al parecer en algunas
pruebas con células madre en el laboratorio, la enfermedad mostraba un pequeño
retroceso, por una autorización que entregó él antes de ingresar a la clínica,
podían hacer pruebas en él, pero querían su colaboración con un punto
importante en la prueba, necesitarían las células madres del cordón umbilical
del embarazo de Ariel, tendrían que estar pendientes, al momento del parto,
deberían ir a esa clínica para comenzar a trabajar de inmediato después de
nacido el bebé.
Despertó con fuertes dolores,
parece que se adelantó el parto por dos semanas, ese día era sábado, por lo que
no fueron a trabajar, llamaron primero al médico de Javier y luego al de la
joven, ella no conseguía ordenar ideas, sólo quería que el dolor cediera, todo
se volvió borroso, luego de grandes esfuerzos, nació el pequeño, dos días después
la dieron de alta, y comenzarían con las pruebas en Javier. Su vida giró en
torno a la nueva personita y la evolución del tratamiento de su cuñado, al mes
recibieron muy buenas noticias, él estaba aceptando el tratamiento, era algo
muy lento, pero era el inicio, la enfermedad estaba estancada, no avanzaba, aún
lo tenían en coma inducida, ya que la semana anterior estaba reaccionando, pero
era demasiado pronto. Pasaron seis meses y el tratamiento estaba surtiendo
efecto, lo hicieron reaccionar, estaba respirando solo, y lo desconectaron de
algunos tubos, estaban esperanzados, él podría volver con ellos. A los diez
meses lo enviaron a casa, aún no podían creerlo, pero antes tenían que hablar
con él.
-Como recordarás, me cediste
todas tus pertenencias, entre ellas, el departamento donde vivías, entonces ese
lo renté –decía la joven, Javier quería interrumpir, pero Daniel le indicó que
no era buena idea,- nosotros compramos una casa con mucho patio, como no
necesitaba ese dinero, tengo guardado en el banco una parte, la otra la invertí
en construir un departamento a continuación de nuestra casa, ahora, como nos
obligaste a vivir juntos, tendrás que compartir con nosotros las
responsabilidades de ello, es decir, nos ayudarás a cuidar a Renato Javier,
aunque tendrás una enfermera particular, no significa que estarás acostado
encerrado en tu cuarto, no señor, me ayudarás con este pequeño que me da mucho
trabajo, de la oficina no te salvarás, tendremos que compartir el trabajo,
aunque me diste todas tus pertenencias, fue donde tu abogado y firmé un
usufructo a tu favor, así que eres tan dueño de todo como yo, no tienes escusa,
¿tienes alguna pregunta?
-No sé si Daniel te dijo que no
me gusta recibir órdenes, - agregó Javier.
-A mí tampoco, considera esto
como un a mano por lo del casamiento
apresurado – todos comenzaron a reír.
Ariel había consultado todo con
el médico, este autorizó, pero no puede hacer esfuerzos, aunque la enfermedad
fue contenida, aún tenían una larga batalla por delante, lo bueno era que estaban todos juntos, pudieran
ser dos años o diez, sólo lo harían feliz el tiempo que sea necesario, aún no
sabían si podría volver a caminar, su organismo estaba demasiado débil, pero
ella se encargaría de que no se sintiera mal, como pasaba en casos donde la persona
no podría trabajar como acostumbraba y comenzaba a sentir que sobraba en la
casa, ella lo haría sentir que era muy necesario, después de todo amaba a estos
tres hombres, a todos de forma diferente, pero los amaba con el corazón, esa
sería su fuerza para lo que estaba por
llegar, paso a paso saltarían los obstáculos que se les presentarán, los miró a
los tres, el niño tenía casi un año, jugaba con el rostro de su padre, entre
tanto los dos hombres casi iguales prestaban atención a lo que ella hablaba,
estaba feliz de su familia, los besó a los tres y continuó dictando las nuevas
reglas de la casa…su casa.